Pobre oveja Soay, el cambio climático se ha cebado con ella.
Cuando apenas se acostumbraba al duro golpe de ser cada vez más pequeña, recibe la noticia de que también es cada vez más clara.
Cierto es que estos cambios se producen entre generaciones, pero eso no tranquiliza.
Si así se pequeña y blanca estoy ahora, pensará la oveja, ¿cómo serán mis nietos? Porque el sello de personalidad de este rumiante, dejadme que les diga, está precisamente en su color marrón oscuro.
El descubrimiento lo ha hecho el equipo encabezado por el doctor Shane Maloney, y los resultados serán publicados en Biology Letters, la revista de la Royal Society.
Maloney obtuvo evidencias de que en la isla de Hirta, la más grande del remoto y ventoso archipiélago escocés de Saint Kilda, tres cuartos de las ovejas tienen un pelaje marrón oscuro, mientras que las restantes lo tienen de un color similar al de la arena.
Para más tristeza de las afectadas, las ovejas más oscuras son también las más grandes.
Es decir, las que más se parecen a sus antecesores.
Es decir, las que menos se han visto afectadas por el cambio climático.
Vaya, para que después algunos digan que los efectos de este fenómeno son imperceptibles.
Que se lo digan a las ovejas Soay.
La frecuencia de las ovejas con pelaje más claro se ha incrementado en los últimos 20 años, de la mano del calentamiento del clima en el Norte del Atlántico, donde están situado Saint Kilda, así que las ovejas más claras se sentirán cada vez menos raras.
Claro que, de continuar este fenómeno genético, igual habrá que dejar de llamarles Soay.
Y si las temperaturas continúan ascendiendo en el planeta, estas ovejas continuarán aclarándose, porque las ventajas que su lana oscura les reporta en un clima frío ya no serán tales.
Los animales más oscuros absorben más radiación solar, lo que les ayuda a ahorrar energía y mantenerse más calientes.
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