Érase una vez una escultura de Benjamín Franklin, figura importante en la independencia de Estados Unidos cuya cara aparece en los billetes de cien dólares, hecha de mantequilla con motivo de la feria granjera de Pennsylvania de 2007.
Cuando los organizadores abrieron la consulta sobre qué hacer con la escultura al final de evento, al doctor Michael J.
Haas se le ocurrió la idea de hacer biodiesel.
Haas, bioquímico del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, dice que tal conversión –la de mantequilla en biodiesel– no había sido informada en la literatura científica.
Así, colaboró con una pequeña compañía dedicada a fabricar biodiesel a partir de varias grasas y aceites no comestibles de bajo valor.
Como informa The New York Times, después de derretir al señor Franklin hecho de mantequilla rancia, los investigadores de BlackGold retiraron el agua e iniciaron el proceso de conversión química, en el cual una molécula de metanol reemplaza a la glicerina, que es la cabeza de la molécula, produciendo así el biodiesel.
Los aproximadamente 360 kilogramos de mantequilla se convirtieron en cerca de 75 galones de una mezcla de biodiesel y combustible bunker de baja calidad, mientras que la glicerina descartada fue recogida para su uso en plantas de tratamiento de agua.
Sin embargo, considerando el alto precio de la mantequilla comestible, y el probablemente bajo número de esculturas de mantequilla rancia disponible, los ejecutivos de BlackGold no están considerando una producción a gran escala.
Sin embargo, otros desechos agrícolas, entre ellos los de las granjas de productos lácteos, podrían ser materia prima en potencia para producir biodiesel.
Benjamín Franklin lo ha demostrado.
Vía
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