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Dos conocidos ambientalistas brasileños han sido asesinados en el Amazonas

Dos conocidos ecologistas brasileños, Joao Claudio Ribeiro da Silva y Maria do Espírito Santo, esposos, han sido asesinados en la región amazónica de Pará, en Brasil.
Sus cuerpos fueron encontrados en de la reserva natural de Praialta-Piranheira, donde los ecologistas habían estado trabajando y viviendo de forma respetuosa con la selva durante los últimos 24 años, según informan varios medios de comunicación brasileños.

De acuerdo con la Policía Civil, la pareja fue víctima de una emboscada cerca de la ciudad de Marabá.
Ribeiro da Silva y su esposa, muy conocidos en Brasil, ganaron reconocimiento internacional por haber denunciado a un grupo de madereros ilegales que explotaban zonas verdes del Amazonas.

En noviembre del año pasado, durante la conferencia TEDx Amazonia en la que fue ponente, Ribeiro da Silva reveló que estaba siendo amenazado por grupos de madereros y que probablemente podría terminar igual que Chico Mendes, asesinado en 1988, y Dorothy Stang, misionera norteamericana víctima del mismo grupo en el año 2005.
Da Silva era un fiel defensor de los habitantes de la zona de la selva Amazonas de Pará, indígenas que viven principalmente de extraer recursos renovables como caucho, nueces, y frutas.

Su muerte reaviva el debate por los conflictos violentos que ocurren en torno a los recursos naturales de país más grande de América Latina.
Como explica la BBC, la noticia se produjo apenas unas horas antes de que la cámara de Diputados de Brasil comenzara a debatir los cambios en el vigente Código Forestal.
La legislación, promulgada por primera vez en 1934 y posteriormente modificada en 1965, establece medidas de protección para el pulmón vegetal más grande del mundo.
El reglamento vigente protege 80% de la tierra en el Amazonas, mientras que el otro 20% es explotable.
Los partidarios del cambio dicen que la ley impide el desarrollo económico y sostienen que Brasil debe abrir más tierras para la agricultura.
Sin embargo, los opositores temen que, en su forma actual, algunos de los cambios propuestos podrían dar a los explotadores una forma de amnistía por las tierras que ya han sido deforestadas.
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