El parque eólico de Altamont Pass, en California, mata tantos pájaros que mete miedo.
Cada año, sus casi 5.
000 turbinas cercenan la vida de cientos de aves, entre ellos 67 águilas reales, y esta tragedia medioambiental se viene repitiendo desde hace tres décadas.
Desde que sus aspas comenzaron a girar en este rico entorno, los grandes perjudicados fueron los pájaros, si bien miles de hogares pudieron disponer de electricidad libre de emisiones.
Según denuncian los expertos, el problema ha sido la nefasta elección del lugar, pues el parque se encuentra en una región de praderas y cañones que atesoran una de las más altas densidades de anidación de águilas reales en los Estados Unidos.
Biólogos y conservacionistas también están preocupados por otras muchas especies de vida silvestre, en especial por los murciélagos, habituales víctimas de los aerogeneradores.
El choque contra sus hojas es lo que, lógicamente, provoca sus muertes, unas pérdidas masivas que ponen a los animales al borde de la extinción.
Doug Bell, uno de los responsables del East Bay Regional Park, reserva cercana al parque eólico, dibuja un negro futuro para las águilas:Se necesitarían 167 parejas de águilas reales para compensar la tasa de mortalidad relacionada con la producción de energía eólica.
Por lo tanto, hoy por hoy la situación es irreversible, pues sólo tenemos 60 pares.
(Traducción libre)Sólo una tecnología más segura podría hacer compatible la energía renovable con el ecosistema, pues las políticas de apoyo a las energías limpias (incluyendo la eólica y la solar) han tomado un fuerte impulso tanto en California como en el conjunto del país.
A nivel nacional, las cifras de muertes también preocupan: una media de 440.
000 aves mueren en los parques eólicos de cada año, de acuerdo con el Servicio de Pesca y Vida Silvestre.
Aunque, siendo objetivos, hay que recordar que el número se multiplica si hablamos de choques contra edificios, torres de radio, coches, aviones o depredación.
Vía
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