En el Reino Unido, una multa puede haber sentado un precedente legal con implicaciones para todos los que consideran que las ardillas grises son una peste.
Un hombre que ahogó a una ardilla que había atrapado en el jardín de su casa ha sido multado por 1.
500 libras esterlinas –más de 1.
700 euros- por haber causado un sufrimiento innecesario al animal.
No se le multa por haberla matado, sino por el método empleado para ello.
De acuerdo con The Telegraph, la muy influyente Real Sociedad para la Protección de los Animales (RSPCA) cree que este caso, el primero en el Reino Unido en el que se procesa a alguien por causar daño a un animal no doméstico, podría allanar el camino para que sean abordados cientos de otros casos a nivel nacional -ojo con el Príncipe de Gales- en los que se ha inflingido un sufrimiento innecesario a los animales considerados molestos.
El fundamento legal detrás de este caso es la Ley de Bienestar Animal de 2006 (2006 Animal Welfare Act), la cual dictamina que una vez que un animal está bajo la responsabilidad de un ser humano es deber no causar daños innecesarios.
Así, animales considerados plagas -tal es el caso de la pobre ardilla gris- pueden ser sacrificados de forma humana (este es un concepto muy irónico, pero ese es otro tema) tales como un golpe en la parte posterior de la cabeza o un disparo.
De acuerdo con el diario, las ardillas grises roban los huevos de las aves canoras o matan a los árboles jóvenes, razones por las que son odiadas por muchos jardineros.
Los guardias forestales tienen licencia para matarlas con veneno, pero la mayoría de la gente las atrapa en jaulas de alambre.
¿Y después? Pues quizá sean muchos los que las ahogan.
La ardilla gris tampoco tiene la simpatía de muchos conservacionistas, pues es una especie invasora a la que se acusa de estar llevando a la endémica ardilla roja a la extinción.
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