La sabiduría popular dice que cuando no hay lomo, de todo se come.
Dicho de otra manera, si no se puede elegir, se come lo que sea, lo importante es comer.
Algo así han debido pensar los de la asociación Tree Aid, una ong que reivindica el papel fundamental que pueden jugar los árboles como último remedio para paliar las hambrunas.
Hay informaciones privilegiadas que valen un potosí.
Si no, que se lo digan a los concursantes del programa Supervivientes .
De haber sabido esto, sus penurias -sobre todo sus terribles retortijones de purita hambre- hubieran sido mucho menos graves.
Y no, aunque lo parezca, la cosa no va de cachondeo: en declaraciones a BBC News, la ong aseguró que los árboles son un alimento fundamental para paliar las hambrunas, que muchas de sus partes pueden servir para mantener con vida comunidades afectadas por sequías y otros desastres naturales que echan a perder las cosechas.
De esta manera, los árboles actuarían como un seguro alimenticio cuando la situación es desesperada para muchos de los habitantes más pobres del planeta.
Tengamos en cuenta que la inseguridad en la alimentación es un hecho cotidiano en la vida de los habitantes más pobres del planeta.
Hasta tal punto consideran eficaz el árbol como alimento, que Tree Aid reclamó la necesidad de que se reconociese el importantísimo papel que los árboles podrían desempeñar en reducir las necesidades de ayuda de los países más necesitados.
La fórmula a seguir -siempre según la ong – sería promocionar el cultivo de árboles para este fin alimenticio.
Tree Aid recuerda que en la cumbre del G8 de este año, celebrado en Italia, los líderes de las economías más importantes el planeta reconocieron la necesidad de mejorar la seguridad global en temas alimentarios.
Pero no sólo eso.
También prometieron gastar 20 billones de dólares en los próximos tres años en incrementar la producción de alimentos en los países en desarrollo, reduciendo así la necesidad de estos países de ayuda alimentaria de emergencia.
Un compromiso que la ong considera positivo pero incompleto, pues a esa promesa le falta “alguna mención al papel crucial que los árboles pueden desempeñar”.
Una falta que esperan ver solucionada en su próxima cita, que será en Copenhague en diciembre próximo.
Ellos apuntan a planes de cultivos de árboles dirigidos a los agricultores rurales africanos: programas que les ayuden a aumentar la fertilidad de las tierras, que los aleccionen en técnicas apropiadas, etc.
Los beneficios serían múltiples: Se incrementaría la seguridad medioambiental, diversificando las opciones de sustento y reduciendo la vulnerabilidad de las sociedades pobres frente al cambio climático o a otras contingencias externas.
Un dato: la producción global de alimentos necesita duplicarse durante los próximos 40 años para poder alimentar a la población mundial, de acuerdo con cálculos de Naciones Unidas y de la FAO, un gran desafío requiere un esfuerzo global.
Recordemos que estas organizaciones demandaron al G8 mejoras ambientales.
Pero ¿por qué no potenciar los cultivos convencionales? Pues porque el rol tan decisivo y valioso de los árboles, precisamente se debe a que supone una mejora con respecto a los cultivos tradicionales, que requieren elevados gastos por no ser autóctonos.
Los árboles, sin embargo, sobreviven en situaciones en las que otras cosechas sucumben.
Son vegetales que proporcionan frutas, semillas, hojas, flores, sépalos, incluso savia, y en ocasiones todas ellas pueden ser utilizados como alimento.
Un ejemplo son las hojas del Moringa oleifera, cultivado en toda Africa, India y Latinoamérica, que posee más beta-caroteno que las zanahorias, más vitamina C que las naranjas y más calcio que la leche, explicaron los de Tree Aid.
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