Como todas las semanas, he revisado la sección de preguntas de los lectores de The Daily Green.
Alguien se pregunta si las campañas de los activistas anti pieles han tenido algún efecto en este negocio, y la respuesta es buena: los editores de The Environmental Magazine dicen que es seguro decir que la industria de las pieles ha sido herida por las campañas de organizaciones como People for the Ethical Treatment of Animals (PETA).
Los gobiernos del Reino Unido y Austria han prohibido las granjas de animales para pieles, y Holanda ha eliminado las granjas de zorros y chinchillas.
No ha sucedido lo mismo en Estados Unidos, pero el número de granjas de visón ha caído de más de mil a finales de los años 80, a 300 actualmente.
Tampoco hay que alegrarse demasiado.
En 2004, la industria de las pieles tuvo ventas por 11,7 billones de dólares.
The Daily Green cita datos de la International Fur Trade Federation: la mayoría de las pieles que se venden actualmente provienen de granjas en las que se crían animales especialmente con este fin.
Según PETA, 73% de las granjas de pieles que quedan en el mundo están en Europa –vaya honor- y 12% en América del Norte.
La IFTF argumenta que las granjas tienen beneficios medioambientales, tales como dar un buen uso para 647 mil toneladas de subproductos animales cada año desde Europa y generar estiércol para vender como fertilizante orgánico.
15% de las pieles, de todas formas, son de animales cazados en el medio salvaje.
Ninguno de estos argumentos satisfacen a los activistas, y no es difícil entender por qué.
¿Echaríamos de menos tantas toneladas de carne y estiércol? No lo creo.
Seguramente habría otro destinos para los subproductos animales, y otra fuente de la que obtener fertilizante orgánico.
por no mencionar que, de acuerdo con PETA, para producir un abrigo de piel real se necesita 15 veces más energía que para producir uno falso.
Vía