La cafeína no es adictiva.
Al menos de la forma en la que lo son las drogas, y la mayoría de los expertos no consideran que, per se, pueda provocar dependencia.
Como explica Melissa Breyer en Planet Green, la cafeína es un estimulante del sistema nervioso central, así que su uso regular puede causar una dependencia física suave.
De acuerdo con un artículo citado en el site de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos: Aunque el abandono del consumo regular puede resultar en síntomas como dolor de cabeza y letargo, estos son fácil y confiablemente revertidos por la ingestión de cafeína.
Algunos han argumentado que el uso continuado de cafeína es un intento de suprimir los síntomas de abstinencia de bajo grado, como somnolencia y letargo.
En algunos usuarios moderados, esto es posible, sin embargo, en contextos experimentales, el fenómeno es demasiado inconsistente para constituir un síndrome fiablemente válido.
Al ser un estimulante del sistema nervioso, evidentemente es poco probable que una taza de café antes de dormir ayude a conciliar el sueño.
Sin embargo, la cafeína no debería causar insomnio si se consume hasta seis horas antes de la hora de dormir.
Esto se debe a que, si bien el cuerpo humanos absorbe la cafeína rápidamente, también la elimina rápidamente.
Tomada en el momento oportuno, la cafeína puede mejorar la alerta, la concentración e incluso el razonamiento lógico.
Según un estudio de la Universidad de Palermo, una taza de café expresso estrecha los vasos sanguíneos, aumentando la presión arterial y reduciendo el flujo de sangre al corazón en un promedio de 22% en la siguiente hora.
Sin embargo, los autores aclararon que este estudio se centra en los efectos inmediatos de la bebida, sin contradecir los resultados de otras investigaciones en las que se afirma que, a largo plazo, los bebedores regulares de café tienen menos riesgo de problemas cardíacos y de diabetes.
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