La compañía petrolera Exxon anunciará pronto un plan de inversión de 600 millones de dólares para la producción de combustibles líquidos hechos a partir de las algas, un proyecto que ha desarrollado en conjunto con Synthetic Genomics, una compañía de biotecnología.
Será difícil que esta intención cuele y resulte creíble para los activistas medioambientales y para el público preocupado por el medio ambiente en general pues, como hace poco os contamos, un informe señala que Exxon ha continuado financiando a think-tanks de negacionistas del cambio climático, por no mencionar las ganancias que ha obtenido durante los últimos años en los que el precio del petróleo se ha mantenido por las nubes y, anecdótico pero revelador, que su presidente ejecutivo dijo hace unos años que lo de los combustibles no fósiles y limpios era pura tontería.
Seamos positivos, no obstante, ante las intenciones de esta compañía.
Si Exxon se pasa -aunque sea parcialmente- a las líneas del biocombustible y ese plan de producir combustible con base de algas se concreta en los cinco o 10 años que sus científicos calculan, sería un gran impulso para la industria en general.
Actualmente, cerca del 9% del combustible líquido que se utiliza en Estados Unidos es biocombustible, y proviene principalmente del etanol con base en el maíz.
El Congreso de ese país ha publicado un mandato según el cual, para 2022, la producción de biocombustible sea de 36 billones de galones.
Según los datos de la propia compañía, las algas podrían producir más de dos mil galones de combustible por acre cada año, comparado con los 650 galones que se obtienen de las plantaciones de palma y los 450 galones de la caña de azúcar.
En este ranking el maíz está en los 250 galones por acre por año, baja producción y mucha crítica debido al impacto medioambiental y social que tiene.
El combustible obtenido de las algas, al que los activistas medioambientales suelen referirse como oilgae, tiene una estructura molecular similar a la de los productos derivados del petróleo, incluyendo la gasolina, el diesel y el combustible para jet, y sería compatible con la infraestructura y el transporte actual.
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