En Laos no sólo se esconden pájaros de dudosa moralidad como Luis Roldán sino también nuevas especies de aves.
En ambos casos han terminado siendo descubiertos.
Los biólogos de la Wildlife Conservation Society han anunciado el hallazgo, realizado en una remota región del ya de por sí, a nuestros ojos, remoto país asiático situado en el área de influencia del río Mekong.
Haciendo honor a la verdad, el bulbul calvo -que en inglés ha sido bautizado como barefaced, es decir, descarado- no lo es totalmente: posee una discreta cresta de plumas.
El ave fue localizada por el australiano Iain Woxvold, el jefe de la expedición, en los bosques que crecen en las montañas de piedra caliza de la provincia de Savannakhet.
Durante varios días siguieron por sus escarpadas laderas a un grupo compuesto por siete ejemplares y, usando una red, capturaron a uno para dejar testimonio gráfico del hallazgo.
A todos nos pasa –y los biólogos no iban a ser menos- que volvemos de un viaje contando algún episodio extraordinario que, sin fotos que lo demuestren, no siempre es creído.
Por supuesto, tras la sesión fotográfica el bulbul calvo fue liberado.
Por lo que cuenta el doctor Woxvold, todas las variedades de bulbuls son bastante resistentes y sobreviven aún con presencia de actividad humana, incluso se han detectado colonias en ciudades asiáticas.
Ateción a este dato, como mínimo, chocante: La expedición ha sido financiada por MMG, una compañía minera que opera en la región y que ha sido adquirida recientemente por un inversor chino.
¿Habéis pensado lo mismo que yo? Seguro.
La realidad nos ha hecho desconfiados.
¿Qué oscuro interés provoca que una empresa de minería de cobre y oro costee una expedición científica de este tipo? No he podido evitar pensar en Congo, la novela de Michael Crichton (y posterior adaptación cinematográfica de Frank Marshall).
Pero concentrémonos en el hallazgo.
Esta peculiar ave pasa a formar parte de las casi 130 especies de bulbul que se conocen.
La última de ellas se descubrió hace ya un siglo.
Afortunadamente para el escurridizo y cantarín bulbul calvo, la mayor parte de su hábitat corresponde a teóricas áreas protegidas de Laos.
Y digo teóricas porque la explotación de canteras de piedra caliza y la extensión de los cultivos son amenazas que se ciernen sobre estos parajes y su fauna.
Una zona, además, que es un pozo sin fondo en lo referente al descubrimiento de nuevas especies.
Dos ejemplos de los últimos años: En 2002, Rob Timmins, otro miembro de la Wildlife Conservation Society descubrió el kha-nyou, un roedor desconocido hasta esa fecha.
Este es un caso aún más llamativo pues pertenece a un género que se creía extinguido.
Tres años antes, en 1999, el hallazgo consistió en un singular conejo con el pelaje a rayas.
Se admiten apuestas, ¿qué apariencia tendrá la próxima especie en ser descubierta?Vía
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