El café civeta –Kopi Luwak– ha alcanzado un peligroso nivel de popularidad: en el sudeste de Asia hay cada vez más granjas dedicadas a la explotación de civetas con el fin de obtener este preciado café.
The Guardian visitó una tienda de café en Medan, en la isla indonesia de Sumatra, donde se mantenía a una civeta hembra en una jaula estrecha en la parte trasera del local y había otras 20 jaulas en el techo de la tienda.
El Kopi Luwak –en indonesio, café civeta- es el café obtenido de bayas que, tras ser ingeridas por la civeta de la palma común, son atacadas por las enzimas de los ácidos de su estómago.
Los ácidos, sin embargo, no descomponen las bayas sino que éstas son expulsadas entre las heces del animal.
Una vez lavadas y tostadas, producen un café cuyo sabor es muy apreciado por el connoisseur.
De acuerdo con el diario inglés The Guardian, la recolección de las bayas ingeridas por la civeta (Paradoxurus hermaphroditus) se hacía de forma casual en las zonas rurales de Indonesia.
Básicamente, cuando los agricultores encontraban las heces excretadas por las civetas que deambulaban en la noche por los campos.
Sin embargo, su éxito comercial en Estados Unidos y Europa, donde una taza puede costar más de 50 euros, ha hecho que la obtención del café se intensifique.
Los grupos de bienestar animal advierten que en el sudeste de Asia ha crecido el número de granjas en las que miles de civetas son confinadas en minúsculas jaulas y obligadas a comer exclusivamente bayas de café.
Son tratadas como máquinas productoras y no como seres vivos, un terrible destino que también han sufrido los osos de los que se extrae bilis o las perras de ciertas razas que son forzadas a parir, por nombrar sólo un par de casos en los que los animales son torturados por el hombre con fines comerciales.
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