La semana pasada una ballena piloto falleció luego de quedar atascada en Sullom Voe en las Islas Shetland.
Una semana después la triste noticia ha disparado la alarma de los conservacionistas.
El grupo al que pertenecía, unos 60 ejemplares, se trasladaban desde lago Carnan, en el mar de las Hébridas, hacia a aguas más profundas hacia el sur, pero la British Divers Marine Life Rescue (BDMLR) advirtió que estaban regresando.
Los animales fueron vistos por primera vez en este archipiélago el jueves, lo que desató temores de un encallamiento masivo.
Algunas de las ballenas piloto tienen lesiones recientes en la cabeza consecuencia de su paso por la costa rocosa, llena de ensenadas y bahías que son una trampa natural.
El comportamiento de los calderones se está vigilando continuamente.
El gobierno escocés ha prestado un bote de rescate de protección pesquera para seguir los movimientos de los animales.
A finales de octubre del año pasado, algunas ballenas piloto estuvieron de paso en el mismo lago.
Menos de una semana después 33 de ellas fueron encontradas muertas en una playa en el condado de Donegal, en la República de Irlanda.
Las ballenas piloto prefieren las aguas profundas, pero no se lo piensan dos veces para acercarse a las costas en busca de calamares, su principal fuente de alimento.
Son gregarias y ocasionalmente forman grupos con otros delfines y cetáceos, por eso cuando se crea un atasco en zonas rocosas el número de muertos puede ser alarmante.
Los calderones o ballenas piloto pertenecen a la familia Delphinidae, es decir, que no son ballenas, a pesar del nombre con que se las identifica vulgarmente.
Esta especie se encuentra en la Lista Roja de la IUCN como especies con datos insuficientes para establecer el riesgo.
Vía
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