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Algunas aves hembra también lucen plumajes coloridos

Entre las aves, los machos lucen los colores más bonitos, pero no en todas las especies.
Según un nuevo estudio, esto sólo ocurre cuando ellas son las que eligen y los machos compiten entre sí por las parejas.
Sin embargo, cuando viven en familias, ellas deben luchar tan duro como ellos y, precisamente para ganar la batalla de la seducción, también muestran bonitos plumajes.

Lo de estar bello para uno mismo parece que no hace liga con la madre naturaleza.
En el caso de las pajaritas, el color de sus plumas no se va por las ramas, sino a lo más práctico.
Si ellas tienen un plumaje tan llamativo como ellos es señal de que viven en grupos cooperativos, que se ayudan entre sí y establecen complejas relaciones.

Aquí, los científicos han observado que tanto los ejemplares macho como las hembras ofrecen un aspecto muy ornamentado.
Hablando en plata, hembra gris y macho bien colorido significa que ella no tiene que vestirse de gala para conseguir pareja.
Todo lo contrario, él es quien ha de enamorarla con colores intensos y atrayentes.

Pero los colores, cuando hay cooperación en la cría, en lugar de esfumarse, se dan en los dos sexos, según investigadores de la Universidad e Columbia y del Laboratorio de Ornitología de Cornell.
Un ejemplo de pájaros igualmente ornamentados en ambos sexos es el del estornino soberbio (Lamprotornis superbus), del que puedes ver un bonito ejemplar en la fotografía: este ave vive en grandes grupos familiares de hasta 30 individuos, en las sabanas de África Oriental, y entre machos y hembras no hay grandes diferencias ni de tamaño ni de colores.
Fue Charles Darwin el autor de la teoría de la selección sexual, quien explicó por qué hay una diferencia visual entre machos y hembras.
Esto tiende a ocurrir siempre que la reproducción corre más a cargo de las hembras que de los machos, dándose una situación en la que son ellos los que tienen más interés en encontrar pareja.
Para entendernos, los machos necesitan hacerse de notar, mientras a ellas les llueven los pretendientes.
Pero cuando las especies trabajan juntas, la cosa cambia: no toda mujer tiene la oportunidad de aparearse.
Este compartir obligaciones se da en más del 10% de las especies de aves, estiman los científicos.
En estos grupos, la competencia por las oportunidades de reproducción es intensa en ambos sexos.
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