La Fundación Perros Felices probablemente sea el único refugio para perros de la zona de la Península de Paria, en Sucre, uno de los estados más deprimidos de Venezuela.
Rescatar a perros callejeros allí debe ser, además de una labor admirable, una labor de Sísifo: un día acoges a uno, al día siguiente encuentras vagando a cuatro.
Cada uno en peores condiciones que el anterior.
Cristiane Thonon, creadora y coordinadora de la Fundación, debe ser una mujer con un espíritu de acero.
También sus compañeros en esta empresa: las veterinarias Elsa y Dora Valero, y el señor Marcos, padre adoptivo de todos los perros salvados de la sarna y la inanición.
Algunos canes han sido recogidos por Cristiane.
Otros, como ella misma cuenta, aparecieron en la puerta del refugio, inamovibles, como si supieran que allí les podían dar un hogar.
El refugio funciona en una casa de Playa Los Cocos.
Allí acaban de nacer once cachorros, hijos de dos perras que estaban embarazadas cuando fueron recogidas.
La esterilización de las perras, mayoría entre los canes callejeros, es una prioridad del refugio.
Para ello, y para crear una red de adopción, necesitan recursos, que esperan conseguir con la creación de la fundación.
La cantidad de perros callejeros que hay en la zona en la que funciona el refugio contrasta con el interés que ha demostrado la población.
Cristiane cuenta que muchas personas -incluso la Policía- se han acercado a la casa de Playa Los Cocos a llevar comida para los perros.
Probablemente, sólo hace falta un impulso, un ejemplo, para que la gente tome consciencia de la importancia social -no digamos ya para el karma, para quienes creen en él- de tratar bien a los animales que viven directamente con nosotros.
A falta de una legislación firme sobre la protección de los animales -y, sobre todo, de su aplicación-, el refugio de Cristiane, Elsa, Dora y Marcos está cumpliendo esa función.
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