Durante este siglo, para continuar siendo habitables, los ecosistemas habrían de escapar a zonas más frescas para la supervivencia de las especies.
De acuerdo con un informe publicado en la revista Nature, los científicos opinan que ecosistemas como los manglares, humedales y desiertos, los más perjudicados por el impacto climático, tendrían que desplazarse más lejos para poder sobrevivir.
El movimiento necesario sería de cientos de metros al año.
En concreto, 420 metros anuales de media: es el desplazamiento que tendrían que hacer los hábitats hacia zonas más frescas para poder esquivar los efectos del calentamiento global, según el estudio.
Estas conclusiones son resultado del análisis de las emisiones de carbono que se espera sean emitidas durante este siglo, según las previsiones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).
Estas previsiones hablan de un nivel de calentamiento medio, que afectará mucho más a manglares, humedales, praderas, sabanas y desiertos que a los bosques de coníferas tropicales y subtropicales, los bosques templados de coníferas, los llamados pastizales y los matorrales de montaña.
La situación no es tan grave para los hábitats de montaña, donde basta un pequeño cambio en la altitud para conseguir un enfriamiento.
El informe prevé una conmoción animal.
Habla de posibilidad de adaptación de algunas especies, de migraciones a otros lugares para poder sobrevivir, y de otras especies que, directamente, acabarían extinguiéndose.
Mencionan a las plantas como ejemplo de las principales víctimas, por su imposibilidad para desplazarse.
Los parques, reservas y otras áreas protegidas también acabarán siendo inhabitables, pues son demasiado pequeñas para mantener las condiciones climáticas dentro de sus fronteras.
Menos del 10% de éstas podría ofrecer un lugar adecuado para la vida de las especies que las ocupan ahora.
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