Ante el objetivo de la Unión Europea de obtener 10% del combustible que se queme en sus carreteras de fuentes renovables para 2020, un informe ordenado por la Comisión Europea ha hallado que algunos biocombustibles pueden conducir a la generación de cuatro veces más dióxido de carbono que los combustibles fósiles equivalentes.
Es una información que ha estado rondando a las instituciones de la UE desde comienzos de este año.
Un borrador que había sido obtenido por Reuters señalaba que el apoyo a los biocombustibles es probable que acelere la expansión de tierras bajo cultivos, particularmente en América Latina y Asia, lo que significa que tierra antes dedicada a la siembra de los necesarios cultivos para la alimentación pasa a ser utilizada para la siembra de cultivos para biocombustibles.
El informe al que hacemos referencia ahora revisa las emisiones indirectas causadas por este cambio de uso de la tierra.
Al parecer, el peor ejemplo es el cultivo de soja en América, en donde la tierra que solía ser usada para cultivar esta leguminosa como alimento para animales ahora es usada para biocombustible.
Ello significa que más en Brasil deben cultivarse más granos de soja en la selva para compensar las pérdidas del mercado doméstico.
Así, la soja cultivada en América tiene una huella de carbón indirecta de 340 kilogramos de CO2 por gigajulio.
En Europa, el biodiesel de colza tiene una huella de carbón indirecta de 150 kilogramos de CO2 por gigajulio, mientras que el bioetanol que se fabrica a partir de la remolacha azucarera se calcula en 100 kilogramos.
Ambas son mayores que las del diesel convencional.
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