Las actitudes verdes hay que imitarlas, sobre todo cuando se trata de invertir en energías limpias.
Pero el sudeste asiático dice nanay, y eso que lo tiene fácil, le bastaría con seguir el ejemplo de sus dos supervecinos, China y la India.
¿Hasta cuándo va a seguir desaprovechando su increíble riqueza natural?, critican expertos y activistas.
Hay bonitos, espectaculares paisajes que, además, son una poderosa arma contra el cambio climático.
Hablamos, por ejemplo, de las inmensas posibilidades de explotación de las erupciones del monte Merapi en Indonesia o del Monte Bulusan en Filipinas.
Ambas son una clara muestra de la cantidad de energía geotérmica desaprovechada en el sudeste asiático, y que podría convertirse en electricidad.
¿Pero, por qué no se hace? Los ambientalistas señalan a los gobiernos como principales obstáculos, denunciando políticas que obstaculizan o, al menos, no facilitan que las empresas inviertan en energías renovables, las exploten.
Demandan, pues, mayores incentivos empresariales.
Estas voces críticas también denuncian la dependencia de fuentes energéticas tradicionales de estos once países, como el petróleo o el carbón.
Los combustibles fósiles, explican, no requieren infraestructuras nuevas, al contrario que aquellas, y aquí radica el problema de la inoperancia institucional.
El aprovechamiento de la energía renovable en este área geográfica incluye la energía solar, geotérmica, eólica e hidroeléctrica, así como combustibles de la biomasa.
Su desarrollo depende de las características de los distintos países.
Las soleadas islas tailandesas de Phuket y Krabi piden el desarrollo de la energía solar, mientras Filipinas y Malasia tienen uno de sus puntos fuertes en la reciente legislación de energías renovables.
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