Hace unos diez años, el gobierno alemán comenzó el abandono progresivo de la energía nuclear, pero la catástrofe de Fukushima ha acelerado el proceso.
Su recién anunciada intención de cerrar cuanto antes todas las centrales costará al país no menos de 1.
000 millones de euros al año.
La cifra no está definida, ya que todo depende de cómo se hagan las cosas, pero costar, costará dinero, eso está claro.
Según declaró hoy el ministro de Economía, Rainer Brüderle, en la radio pública Deutschlandfunk, abandonar la energía nuclear por la vía rápida, tal y como proyecta el nuevo plan presentado, le costaría a su país entre 1.
000 y 2.
000 millones de euros al año, en función de cómo se diseñe finalmente el proceso.
En concreto, el ministro explicó que la cantidad dependerá de las pruebas de seguridad que se están realizando en estos momentos y del calendario de desconexión final que se acuerde tras el actual periodo de negociación política.
El cierre de las 17 plantas de Alemania es uno de los temas de la cumbre energética nacional que se está celebrando ahora en Berlín con la canciller cristianodemócrata Angela Merkel, Brüderle, y los 16 jefes de los estados federados.
Además, se tratará el abandono definitivo de la energía atómica, el apoyo a las energías renovables y la modernización de las redes eléctricas.
Este giro político también responde a las movilizaciones ciudadanas contra la energía atómica, producidas tras el accidente nipón.
Pero todavía quedan por resolver cuestiones que preocupan a la gente, contraria a que los costes del cierre de las plantas acabe repercutiendo en sus facturas.
Asimismo, los consorcios energéticos reclaman la colaboración estatal.
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