El sector pesquero británico no ve con buenos ojos a los cormoranes, sobre todo desde que su número ha aumentado en los últimos años.
Los acusan de comer miles de peces cada día en embalses y granjas piscícolas, y muchos pescadores no dudan en correrlos a tiros.
Los conservacionistas, por contra, ven a los cormoranes como un tesoro de biodiversidad, y destacan las invernadas de importancia internacional que estas grandes aves marinas realizan en el país.
Por su parte, defensores de los animales como la RSPB defienden que la pesca pueden encontrar maneras de disuadirlas en lugar de matarlas.
No son de la misma opinión quienes, en lo que va de año, ya han disparado a más de 2.
000 cormoranes.
Es el castigo que recibe la especie a manos de numeroros pescadores, que las definen como siniestras y codiciosas.
Según una encuesta de la Universidad de Swansea, la mayoría de los pescadores ve a los cormoranes como un problema, y lo considera un depredador más peligroso que los visones o las nutrias.
Natural England, organismo que reparte licencias para matar a estas aves, ha experimentado un aumento de solicitudes en los lugares donde sus poblaciones han aumentado, pero éstas deben concederse según la política del Gobierno, que las limita para evitar su extinción.
Actualmente, pues, el reto del Reino Unido es buscar la manera de hacer compatible la vida silvestre con los intereses pesqueros, una cuestión difícil, como siempre que los ingresos de algunos se ven en entredicho.
En un intento de detener su caza, la RSPB propone disuadir a las aves colocando redes en el lugar o, directamente, asustarlas para que se retiren.
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