El momento en el que un ser humano dijo “basta” a sufrir las inclemencias del tiempo -o quizá fue un asunto de pudor- se produjo hace 170 mil años.
Y su decisión produjo cambios no sólo en su comodidad sino también en su futuro, pues una vez estuvo mejor protegido del sol y la lluvia, emprendió la migración desde África.
Esa es la propuesta de un estudio realizado por la Universidad de Florida, dirigido por David Reed, curador de mamíferos en el Museo de Historia Natural de Florida.
Reed utilizó la secuenciación del ADN para calcular cuándo los piojos de la ropa comenzaron a separarse genéticamente de los piojos de la cabeza humana.
Y os preguntaréis, ¿por qué tanto protagonismo para los piojos? Pues bien, Reed cree que estos parásitos están tan bien adaptados a la ropa (a la nuestra), que casi ni existían hasta que la vestimenta entró en escena.
Los datos de Reed muestran que los humanos modernos comenzaron a usar ropa aproximadamente 70.
000 años antes de emigrar a climas más fríos y latitudes más altas, lo que comenzó hace aproximadamente 100.
000 años.
Esta fecha sería prácticamente imposible determinar a partir de datos arqueológicos, porque la ropa temprana no podría sobrevivir en los sitios arqueológicos.
El estudio también muestra que los seres humanos comenzaron a usar ropa mucho después de haber perdido el pelo corporal.
Es decir, que anduvieron por ahí sin pelo y sin ropa durante un buen tiempo.
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