Los árboles más altos y viejos están muriendo a un ritmo alarmante.
La tasa de mortalidad es muy elevada.
Está pasando en la mayoría de los bosques del mundo.
Secoyas, baobabs y pinos, de entre cien y 300 años de antigüedad, están muriendo en masa no sólo en incendios sino también a un ritmo diez veces más rápido de lo normal en años en los que los bosques no han ardido.
Una combinación de sequía, altas temperaturas, tala desmedida y el desbroce de tierras para la agricultura, está acabando con uno de los pilares de la vida en nuestro planeta.
La revista Science ha publicado un estudio desarrollado por científicos de la Australian National University y la James Cook University, en Australia, y la Washington University de Estados Unidos, que halló pérdidas alarmantes de grandes árboles en todas las latitudes de Europa, América del Norte, África, Asia, América del Sur, América Latina y Australia.
Los árboles son los seres vivos más grandes del planeta.
Sus troncos proporcionan cavidades de anidación para hasta 30% de todas las aves y animales en algunos ecosistemas.
También almacenan enormes cantidades de carbono, reciclan nutrientes del suelo e influyen en el flujo del agua.
Su importancia ecológica es tal que los científicos creen que deben ser puestas en práctica políticas especialmente dirigidas a reducir su tasa de mortalidad.
Durante 2011 y 2012 las enfermedades y los hongos de los árboles han provocado grandes pérdidas en algunas de las arboledas y bosques más populares de Europa.
En 2011 comenzó la tala de 42 mil de los icónicos plataneros que recorren la orilla del Canal du Midi, en Francia, víctimas de una plaga de Ceratocystis platani.
En febrero de 2012, en el Reino Unido, fue identificada una plaga del hongo que provoca la muerte recesiva del fresno.
Casi 300 zonas naturales están ya afectadas.
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