Los seres humanos tenemos una habilidad que parece ser única en el reino animal: invertimos un tiempo considerable pensando en el pasado, en el futuro, en lo que podría haber ocurrido y en lo que no ocurrió.
Peor aún, sentimos lo que sentimos o habríamos sentido en todos esos casos como si estuviera sucediendo ahora mismo, lo cual, cuando se trata de una situación desagradables, nos hace sentir bastante mal.
Se trata, pues, de una habilidad poco envidiable que ha sido comprobada por dos investigadores de la Universidad de Harvard, Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert.
Para estudiar la relación entre el proceso mental de rumiar y la felicidad, los investigadores crearon una aplicación para iPhone -disponible en Trackyourhappiness.
org- que preguntaba cada cierto tiempo a los cinco mil participantes entre 18 y 88 años tres preguntas: ¿Cómo se siente ahora mismo? ¿Qué está haciendo en este momento? ¿Está pensando en algo distinto a lo que está haciendo? El análisis de 2250 de las respuestas mostró que la mente rumiaba y divagaba bastante independientemente de lo que la gente estuviera haciendo: casi la mitad del tiempo.
Los participantes dijeron sentirse menos felices cuando sus mentes rumiaban que cuando no lo hacían.
Curiosamente, cuando la gente estaba realizando actividades placenteras sus mentes no necesariamente rumiaban sobre situaciones también placenteras.
Cuánto de ventajoso hay en eso de ser la especie superior, se pregunta uno después de ver estos resultados.
No sólo un humor triste puede llevar a nuestra mente a rumiar sino que también sucede a la inversa, sin importar lo que estemos haciendo.
Al parecer, ese proceso de rumiar al menos puede resultar a veces en ideas innovadoras.
Yo dudo que mi perro tenga algún pensamiento sobre la pocilga en la que seguramente nació o sobre lo mal que lo pasaría mañana si lo llevase al veterinario, cuando le lanzo la pelota o le rasco la barriga.
En esos momento de felicidad el tipo sólo piensa, pues eso, en esos momentos de felicidad.
No ha inventado nada, pero tampoco le hace falta.
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