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Matan a un tigre en un zoo y roban la mayor parte de su cuerpo

Imaginad la escenita: el cuidador de un zoo se acerca a una jaula para limpiarla y descubre que otros ya lo han hecho por él: el animal ha desaparecido.
En su lugar, se encuentra la dantesca imagen de un montón de intestinos, trozos de carne y sangre por todas partes.

¿Ladrones, cazadores, asesinos, profesionales clandestinos del mercado negro de animales? De momento, lo único seguro es que no hay ni rastro de los autores de la muerte de la tigresa Shela, a la que descuartizaron en el zoológico de Taman Rimba, en la isla de Sumatra.

El alto valor de la piel y los huesos del tigre en el mercado negro habría motivado la matanza, según sospecha la policía encargada de dilucidar este insólito suceso.
Un caso que, excepto por el móvil económico, parece firmado por el mismísimo Jack El Destripador si consideramos su nocturnidad, alevosía y elección de una víctima indefensa: era de noche, el zoológico no está bien iluminado, la tigresa estaba esperando su comida con la jaula abierta… alguien le echó un cebo que contenía anestésicos.

¿Estamos ante una nueva generación de cazadores ilegales o simplemente ha sido la macabra idea de unos oportunistas?.
En todo caso, ¿Cómo no lo habían pensado antes? Es el plan perfecto.
¿Para qué ir a la naturaleza, para qué cazar y correr riesgos? ¿Para qué cargar con la escopeta? Mucho mejor acercarse a la jaula, echar anestesia a la tigresa medio atontolinada entre barrotes, y listo.
¿Sadismo, crueldad, alevosía? Pero, ¿A quién le importa que la pobre Shela haya sufrido en su vida el doble ataque del barrote y el cuchillo, todo lo peor que puede ocurrirle a un tigre a manos del hombre?.
Ni siquiera la reclusión logró salvarla de la caza ni de acabar circulando en el mercado clandestino del tigre.
En fin, en el zoo había tres tristes tigres y, para desgracia de los delincuentes, tras el suceso no queda ninguno.
Meses antes de ocurrir lo de Shela, el viejo Rangga murió debido a una enfermedad, y Salma, capturada tras haber devorado a un hombre, fue devuelta a la selva tras pasar un periodo de cuarentena.
Según asociaciones conservacionistas, en la actualidad se venden restos de tigres en distintas ciudades de la isla indonesia de Sumatra, a pesar de leyes estrictas que prohíbe ese comercio.
Es un mercado que trafica con huesos, garras, bigotes y pieles, restos que acaban como souvenirs, en el mercado de la medicina china o la joyería.
Los tigres de Sumatra (Panthera tigris sumatrae) están al borde de la extinción a causa de la rápida deforestación, la caza furtiva y los enfrentamientos con los humanos.
Su número se ha reducido a unos 400 desde los alrededor de 1.
000 que había en la década de 1970, de acuerdo con la Fundación World Wildlife.
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