El Alex de nuestra historia no estuvo allí.
No podríamos haberlo encontrado entre los miles de estadounidenses que se desgañitaron ayer en cientos de manifestaciones contra la perforación de pozos petroleros en el mar.
Sin embargo, a nuestro protagonista no le falta temperamento: Alex es el nombre de la primera tormenta tropical en el Atlántico, y amenaza con interrumpir las operaciones de BP para detener la fuga y recoger el crudo en el Golfo de México.
Efectivamente, a las sufridas aguas del Golfo les ha salido otro enemigo.
Como perro flaco al que todo se le hacen pulgas, la posibilidad de que la tormenta llegue hasta allí es un nuevo motivo de preocupación.
Por ahora, las predicciones meteorológicas no prevén que la tormenta pase sobre el área, pero, muy sabiamente, el almirante del Servicio de Guardacostas, Thad Allen, designado por Barack Obama para supervisar la limpieza del vertido, recalcó que “el tiempo es “impredecible y puede cambiar en el último minuto”.
Ante esta amenaza, Allen explica que “hay una extraordinaria planificación”.
Pero si ocurriera, quizás no podría evitarse que la tormenta empujara más petróleo hacia las costas de los estados de Louisiana, Mississippi, Alabama y Florida.
Por otra parte, miles de personas, tanto en ciudades costeras como de interior, participaron ayer en cientos de manifestaciones para protestar contra la perforación de pozos petroleros en el mar.
Los participantes formaron “una barrera simbólica en contra del derrame de petróleo en aguas marinas”, según los grupos ambientalistas organizadores.
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