Si hasta ayer los encorbatados de las grandes corporaciones podían pensar que Greenpeace eran tan sólo un puñado de jóvenes rebeldes que se dedicaban a encadenarse a las puertas de una fábrica de químicos exigiendo su cierre, pues ahora parece que ven al movimiento de los verdes con otros ojos, con los ojos de que los que se sienten amenazados por un enemigo y necesitan espiarlo para saber qué trama.
Ayer, un comunicado oficial de Greenpeace Estados Unidos informaba que la organización ecologista ha presentado una demanda contra las megacorporaciones Dow Chemical y Sasol North America, por contratar a investigadores privados para robar documentos de sus sedes, pinchar sus teléfonos y hackear sus ordenadores.
Greenpeace aclara los objetivos que persigue con esta querella.
En primer lugar, dar un golpe a la arrogancia de estas empresas, que siguen anteponiendo su búsqueda de ganancias cada vez mayores a la ética.
En segundo lugar, recordar que es derecho de todo ciudadano defender la salud de sus familias y comunidades sin temor a represalias, y que una invasión a la privacidad de este movimiento, dedicado a velar por el bienestar de las comunidades, es al mismo tiempo una manera de conspirar contra los derechos fundamentales de todos los ciudadanos.
Greenpeace denuncia que las empresas de seguridad contratadas para hacer el trabajo sucio de espionaje fueron Dezenhall Resources y Ketchum.
El mensaje va dirigido a cualquier gran corporación con ganas de meter sus narices en las organizaciones que intentan velar por los intereses de las comunidades.
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