Millones de personas disfrutaron de un eclipse total de sol en China, Nepal, Bután, India, Bangladesh, Japón y Myanmar (antigua Birmania).
El fenómeno se produce cuando la Luna pasa entre el Sol y la Tierra y sólo es visible en ciertas franjas del planeta.
En este caso lo fue en un pasillo de 250 kilómetros de ancho cuya longitud abarcaba parte del continente asiático y del océano Pacífico.
Un eclipse solar total es también una oportunidad única para la comunidad científica pues permite una singular visión de la corona solar y los gases que la forman.
La inusual duración de este eclipse supuso una oportunidad única para poner en marcha experimentos cuya complejidad los había hecho imposibles de llevar a cabo en anteriores eclipses totales.
En el Instituto de Astrofísica de la India, con sede en Bangalore, no desaprovecharon la ocasión.
El lugar donde la fase de totalidad del eclipse fue de mayor duración corresponde a un punto en mitad del Pacífico.
La NASA calcula que se prolongó durante casi siete minutos, una marca que no se superará hasta junio de 2132.
Serán otras generaciones quienes lo estudien y disfruten.
En China el eclipse siguió el curso del río Yangtse.
En la populosa Wuhan, la nubosidad sólo impidió el disfrute de la corona, que es como se conoce el efecto que provoca el sol durante los minutos en los que se produce su ocultación total.
Pese a su mala fortuna, millones de personas contemplaron el fenómeno con entusiasmo.
Por desgracia, en algunas poblaciones costeras (como Shanghai) nubes de gran espesor impidieron -además de la pertinaz contaminación que sufre el gigante asiático- el seguimiento del eclipse.
En otras latitudes, como Nepal, el gobierno declaró el día festivo.
En la India existen ritos específicos relacionados con los eclipses.
Por ejemplo, miles de vecinos de Varanasi, ciudad santa del hinduismo, se reunieron a orillas del río Ganges para compartir un baño que, aseguran, bendice y asegura buena fortuna a quien lo toma.
Todos ellos oraron y desplegaron cánticos de carácter religioso en un acto multitudinario.
La superstición también encuentra caldo de cultivo en los eclipses.
Las maternidades chinas registraron multitud de peticiones de retraso en los nacimientos para evitar a los bebés un futuro miserable debido a la coincidencia con el fenómeno astronómico.
Las autoridades chinas, a través de los medios de comunicación estatales, se vieron obligadas a tranquilizar a la opinión pública garantizando que los servicios públicos de las ciudades se desarrollarían con normalidad.
Todo ello porque en la cultura china tradicional un eclipse era presagio de desastres naturales.
Un eclipse da para mucho.
En este fenómeno como en ningún otro se encuentran la ciencia y la tradición, lo racional y los instintos atávicos, la tecnología punta y los ritos y creencias ancestrales o la apasionante astronomía y la sonrojante astrología.
Vía