El calendario deportivo en Estados Unidos está mejor distribuido que en el resto del mundo.
Me explico, en lugar de comenzar todas las ligas en otoño y terminar cuando el verano anuncia su llegada, los torneos se suceden en el calendario, de forma que no han de competir por la atención mediática.
¿Alguien duda quiénes son los reyes del marketing? Eso es lo que sucede con las llamadas cuatro grandes ligas: NBA, NHL, MLB y NFL.
Para a quien este tropel de siglas no le diga nada, traduzco: baloncesto, hockey sobre hielo, béisbol y fútbol americano.
Durante los últimos años las organizaciones responsables de estas competiciones se han incorporado, como el resto del mundo empresarial, a los esfuerzos por cumplir con los retos medioambientales que la sociedad demanda (cada vez más centrados en el cambio climático).
Además de la responsabilidad medioambiental, la gran influencia social del deporte en EE.
UU.
permite que sus iniciativas se conviertan en acicate para los aficionados.
Vamos con la NBA, cuya temporada comenzará puntualmente con la llegada del mes de noviembre, y que celebró su primera Green Week en primavera en estrecha colaboración con el Natural Resources Defense Council.
El momento culminante de esta semana verde llegó con la utilización, por parte de todos los equipos, de camisetas tejidas con algodón orgánico y reciclado cien por cien, una iniciativa que contó con la complicidad de todas las compañías textiles que visten a las diferentes franquicias.
Además, se celebró una subasta por Internet (en la web oficial de la NBA) en la que se repartieron balones fabricados a partir de materiales reciclados y autografiados por las estrellas más rutilantes del baloncesto estadounidense.
El dinero recaudado fue destinado, precisamente, a favor de la NRDC.
No es nada nuevo que los jugadores de la NBA dediquen parte de su tiempo a representar a la franquicia en actos a favor de la comunidad, la Green Week no fue menos y las plantillas plantaron árboles (valga el juego de palabras), ayudaron en labores de reciclaje, limpieza de parques y fueron protagonistas en eventos de sensibilización a favor de hábitos saludables y respetuosos con el medio ambiente.
A la hora de repartir los galardones honoríficos, daría el de MGP (Most Green Player) al base de Phoenix Suns, Steve Nash que, además, ganó el de mejor jugador (MVP) en las temporadas 2004/2005 y 2005/2006.
Es decir, calidad dentro y fuera de la pista.
Como mejor sexto hombre, el alero Louis Amundson, que acude a los entrenamientos montado en su bicicleta a pesar de que el salario mínimo en la NBA (trescientos mil euros por temporada) le daría para hacerse con un coche en el que pasear su condición de privilegiado.
Y como equipo más verde –pese a que sus colores son el negro y el rojo- me quedo con los Blazers de Portland, cuya campaña de reciclaje se promociona con el lema Make it better.
Pero en el caso de la NBA hay un elemento diferenciador, su impacto es mayor en todo el mundo.
Por ejemplo, la MLB sólo tiene eco –más allá de Estados Unidos- en el Caribe, Latinoamérica o Japón y la NHL suma únicamente el interés de los canadienses y países del este de Europa.
Sin embargo, gracias a que la liga estadounidense de baloncesto cuenta con jugadores de todo el mundo (chinos, senegaleses, franceses, argentinos, italianos, brasileños, lituanos,…) y sus estrellas son consideradas como tal allá adonde viajen, el potencial para influir positivamente y crear conciencia ambiental es alto (como ya demostró, en los años noventa, la campaña Stay at School contra el absentismo escolar).
Pasamos del parquet al hielo, la Liga de Hockey, que reúne a equipos de Estados Unidos y Canadá, no iba a ser menos y lanzó su iniciativa en favor del medio ambiente hace dos años en colaboración con, entre otros, GreenLife, que provee de asesoramiento técnico y con el que la NHL ha firmado una alianza estratégica.
Un proyecto que hoy en día sigue adelante y que se centra en la eficiencia operativa, la utilización de recursos renovables y la compensación de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En el caso del Hockey sobre hielo, el acondicionamiento de las instalaciones precisa de un gasto energético importante en cuya gestión han incorporado las nuevas tecnologías.
Eric Meliton, analista galardonado con el Premio Frost & Sullivan, señala como “la aplicación eficiente de los procesos operativos muestra como los responsables deportivos asumen la responsabilidad y crean oportunidades para una mayor expansión de las empresas dedicadas a las energías limpias y la construcción respetuosa”.
Sus palabras se verán corroboradas con la segunda entrega, dedicada a las medidas medioambientales tomadas por el deporte profesional estadounidense en las liga de Béisbol y Fútbol Americano.
Vía
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