Niketown, la inmensa tienda de Nike en la quinta avenida de la ciudad, es a la moda deportiva lo que unas ruinas en Efesos a la diosa griega de la victoria: un templo.
Y ese templo, en cuyas puertas veíamos recientemente a Rafa Nadal compartiendo tarima con John McEnroe, ha caído bajo la fuerza de un ser minúsculo: la chinche de cama.
La Cimex lectularius ha infestado la tienda, obligando a su cierre temporal.
Quién sabe cómo empezó todo, en qué rincón escondido, en qué cama anónima de Nueva York un ser humano, ignorante de su función, alimentó durante meses a una colonia, entonces pequeña, de estos parásitos.
De aquella cama pasaron a otras, hinchándose de sangre humana y reproduciéndose desenfrenadas.
Los neoyorquinos se rascaban, aturdidos, sin advertir que la Gran Manzana estaba siendo tomada por un ejército monumental de bichos.
Del aparentemente intrascendente e individual picor se pasó a una tienda entera de Victoria’s Secret, la famosa marca de lencería íntima femenina, cerrada durante horas debido a una infestación de chinches.
También han plagado el Empire State Building y la fiscalía de Brooklyn.
Se sabe ahora que en Nueva York, estos insectos son 264% más resistentes a plaguicidas que, por ejemplo, en el sureño estado estadounidense de Florida.
La exposición a los potentes químicos hizo más poderosas a chinches supervivientes.
Ya se sabe que lo que no te mata, te hace más fuerte.
De acuerdo con un documento publicado por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Agencia de Protección Medioambiental, las denuncias del público acerca de la chinche de cama han crecido exponencialmente.
Aunque se cree que no transmite enfermedades, este ectoparásito puede producir reacciones alérgicas en algunas personas o conducir a infecciones cutáneas secundarias.
El documento señala que incluso puede producir ansiedad e insomnio en los habitantes de casas infestadas.
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