Categorías: Medio ambiente
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27 marzo, 2020 11:09 am

Las polillas, orugas y moscas ocuparán el lugar de los ratones en los laboratorios

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Lo mismo da si es para realizar las pruebas de un medicamento que puede sanar a media humanidad o examinar si un nuevo perfume produce algún tipo de alergia, siempre les toca a los ratones probarlo primero.
Son como aquellos cortesanos cuya labor era catar la comida de su rey o reina antes que el propio monarca por si estaba envenenada.

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Se calcula que el ochenta y cinco por ciento de todos los mamíferos utilizados en los experimentos de laboratorio son pequeños roedores, pero su sacrificio por el bien común -bien de los humanos, se entiende- va a disminuir en número con respecto a los varios millones que ahora los laboratorios demandan cada año.

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Lo que está claro es que los investigadores van a seguir realizando las pruebas necesarias así que la china le va a tocar ahora a otras especies: Pollillas, orugas y moscas de la fruta.
¿Y por qué estas tres son las elegidas? Porque son pequeñas y más fáciles de estudiar.
Además, se reproducen rápidamente de manera que pueden mostrar antes cambios a través de varias generaciones.

Es decir, los test con insectos dan resultados en 48 horas, mientras que las pruebas con ratones suelen tardar de cuatro a seis semanas.
¿Hemos dicho más rápido? Si hay reducción de costes y plazos el apoyo de las compañías está asegurado.
A más de uno le apareció el signo de dólar en los ojos mientras sonaba una caja registradora en su cabeza: El cuidado y alimentación de cada ratón para su uso en experimentos cuesta unos cien euros anuales mientras que el coste que supone, por ejemplo, una oruga no llega al euro.
E, insito, hablamos de millones de roedores cada año.
De esta forma, su genocidio sistemático se verá reducido en tres cuartas partes en las pruebas de nuevos compuestos farmacéuticos.
Esto no significará, por supuesto, el fin de la lucha de las organizaciones en contra del maltrato animal.
Pero no olvidemos la faceta científica de la noticia.
Lo que han descubierto los investigadores es que ciertas células de mamíferos e insectos reaccionan de la misma manera cuando son atacados por infecciones y producen reacciones químicas similares en la lucha contra ellas.
Los glóbulos blancos que forman parte del sistema inmunitario de los mamíferos llevan a cabo trabajos similares que sus homólogos en los insectos.
Tanto las células de unos como de otros producen sustancias químicas con el fin de hacer frente a los microbios invasores.
Las células inmunes los cercan y liberan enzimas para descomponerlos.
Por un momento he vuelto a la infancia y me he visto de nuevo frente al televisor viendo la serie francesa de dibujos animados Érase una vez la vida.
El empujón (económico) que necesitaban los investigadores de la Universidad Nacional de Irlanda para alcanzar este hallazgo lo dio una compañía farmacéutica británica cuyo nombre no se ha hecho público.
Soy de los que piensa que todo secretismo esconde algo, especialmente si de salud pública hablamos.
El caso es que esta compañía necesitaba probar setecientos compuestos para posibles nuevos medicamentos, lo que hubiera significado el sacrificio de catorce mil ratones.
Gracias al uso de insectos este número se ha visto reducido a menos de tres mil.
Que no dejan de ser tres mil seres vivos.
Kevin Kavanagh, que fue quien presentó la investigación en un encuentro de microbiología celebrado en Edimburgo, tiene claras las bondades de éste: Va a convertirse en una práctica habitual el uso de larvas de insectos para realizar las pruebas iniciales de nuevos medicamentos antimicrobianos o analizar la virulencia de hongos patógenos.
Los ratones quedarán para las pruebas de confirmación.
Este método de prueba es más rápido y es mucho más barato también.
Hemos utilizado insectos en lugar de mamíferos para medir cuan dañina es una bacteria y hemos encontrado una fantástica correlación entre los resultados de unos y otros.
La razón es que el sistema inmunitario innato de los mamíferos es similar en el noventa por ciento al de los insectos (K.
Kavanagh, Traducción libre)Vía

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