Cualquier día, las espinacas se venderán con una etiqueta que informará de la luz artificial recibida como garantía de las vitaminas que contiene.
Y las verduleras gritarán: A la rica espinaca iluminada con tubos fluorescentes, señores.
Fuera bromas, razón no les faltará porque, según un nuevo estudio, la iluminación de los supermercados enriquece el poder nutricional de las espinacas.
A buen seguro, si Popeye hubiera sabido esto, habría dejado la lata a un lado para abalanzarse sobre las espinacas que reciben el resplandor de las luces fluorescentes.
Pero no sólo él.
De acuerdo con esta investigación, cualquiera debería preferirla así, pues los científicos Gene Lester, Donald J.
Makus, y D.
Mark Hodges hicieron un experimento que no ofrece lugar a dudas.
Para averiguar cómo afectaban tantas horas de exposición lumínica al valor nutricional de estas verduras, expusieron un grupo de hojas frescas a la luz y otro a la oscuridad continuas, explican en la revista de la Sociedad Química Americana.
Las espinacas estuvieron almacenadas de 3 a 9 días en las mismas condiciones de los supermercados.
¿Resultado? La mercancía que recibió la luz durante tres días tenían niveles mucho más altos de vitaminas C, K y E, además de ácido fólico, un tipo de vitamina B.
Además, después de nueve días, los niveles de folato aumentaron entre 84 y 100% y el nivel de la vitamina K también lo hizo hasta el 100%.
Pero eso no es todo: las hojas también tenían niveles más altos de los carotenoides luteína y zeaxantina, unos pigmentos vegetales.
¿Y qué ocurrió con las hojas que se mantuvieron en la oscuridad? Estas hojas tuvieron bajos o sin cambios los niveles de nutrientes y, según el estudio, es más probable que puedan perderlos.
Tras el descubrimiento, los autores del mismo alertan sobre la importancia de las condiciones de almacenamiento de las verduras.
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