El ministro de defensa del Reino Unido está en medio de lo que The Guardian define como una tormenta conservacionista después de que una operación de voladura de viejos pertrechos de guerra en la costa de Gibraltar haya dejado un rastro de destrucción de vida marina.
Varios manifestantes aseguran que se está destruyendo la vida marina y el hábitat de aves en peligro de extinción.
Consideran que la decisión fue un sin sentido de la armada de ese país, que han dejado a cientos de peces muertos flotando en la superficie del mar y otros tantos en el fondo del mar.
Los activistas han pedido al sector militar que detenga los trabajos inmediatamente.
Advirtieron que tales actos no serían tolerados por el pueblo de esta isla y condenaron la destrucción considerando que es una violación de las aguas de Gibraltar.
La controversia por las detonaciones bajo el agua, que comenzaron a principios de este mes, subió de tono cuando el Ministerio de Defensa alegó que tenía un acuerdo firmado en 1998 con la Sociedad de Ornitología e Historia Natural de Gibraltar (GONHS) para utilizar un área frente a la playa al este del Peñón, con el fin de destruir artefactos no deseados, incluyendo proyectiles sin explotar.
El sitio usado por la armada es, además, una reserva importante para una de las últimas poblaciones ibéricas del cormorán moñudo, una especie amenazada.
Existe el temor de que las explosiones, si se llevan a cabo mientras las aves están de pesca, pueden matar a algunos ejemplares.
Vía
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