El temor a la escasez de alimentos ha llevado al gobierno chino a suspender la reforestación de tierras de cultivo marginales, un elemento clave del proyecto de restauración ambiental.
El ministerio de la tierra y los recursos afirma que el país está luchando para mantener al menos 120 millones de hectáreas consideradas como el mínimo necesario para la autosuficiencia alimentaria.
Y en esa línea, el gobierno ha suspendido los nuevos proyectos a gran escala para regresar las tierras agrícolas a su estado natural.
La decisión de poner fin a muchos programas de restauración del medio ambiente puede tener un efecto en cadena.
El gobierno indemnizó a agricultores tanto del norte como del oeste de China para que pudieran renunciar a sus tierras como parte del plan para luchar contra la desertificación y la escasez de agua.
El fin de la labranza contribuye a estabilizar el suelo, mientras que detener el riego alivia la escasez de agua.
La plantación de árboles también ha ayudado al país compensar el aumento de emisiones de dióxido de carbono de las fábricas.
Pero la alimentación es la prioridad más inmediata.
A finales del año pasado, la cantidad de tierra cultivable en China disminuyó un 1% por debajo del límite establecido por el gobierno.
En un contexto dónde hay un aumento global de los precios de alimentos, las empresas chinas han comprado los derechos de explotación de franjas de tierra en Filipinas, Laos, Rusia y Kazakhstan.
Han invertido en cultivos de biocombustibles en Zambia y el Congo.
En una estimación reciente se calcula que hay un millón de agricultores chinos en África.
Pero el gobierno se ha comprometido a la autosuficiencia, lo que requiere la producción de 500 millones de toneladas de cereales al año.
Para mantener este nivel, el Primer Ministro Wen Jiabao ha dicho que el Estado aumentará el gasto de producción agrícola en un 20%, muy por encima de la inflación.
También ha pedido a los asesores que recomienden nuevas áreas de cultivo.
Entre las áreas sugeridas se encuentra la región de Sanjiang en Heilongjiang, un humedal protegido.
Con la industrialización que continuará durante décadas y el encogimiento de la tierra es probable que aumente la presión para utilizar más fertilizantes y cultivos modificados genéticamente.
En una quinta parte de los arrozales de la nación crecen cepas de arroz híbrido.
Así que lo que podemos esperar de China para los próximos años es más y más producción, más químicos, más gastos de agua y menos árboles.
Vía
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