Unas mariposas conocidas como palometas peludas son sinónimo de pesadilla para los habitantes de una comunidad de la Guayana Francesa, donde su invasión incluso ha obligado a declarar el toque de queda.
Sus urticantes caricias no se le desean ni al peor enemigo, pues sus cuerpos liberan miles de pelos microscópicos que pueden provocar dermatitis, lesiones cutáneas, conjuntivitis y hasta vómitos, diarreas y afecciones respiratorias.
En la region de Sinnamary, a 110 km al oeste de Cayenne, es donde están sufriendo los estragos de estos lepidópterios un tanto particulares.
Su nombre científico es Hylesia Metabus y esta indeseada visita, que no es la primera ni será la última, la provocan las luces nocturnas de la ciudad, que para ellas suponen una atracción irresistible.
Para llegar hasta ellas recorren grandes distancias desde los manglares, que son sus ecosistemas naturales, modificando así su forma de vida de forma radical.
Del mismo modo, también han cambiado sus costumbres los habitantes de los lugares adonde llegan sin ser invitadas.
Entre otras cosas, a sabiendas de que son atraidas por las farolas, el alumbrado público se ha suspendido, los comercios cierran antes que de costumbre, las mosquiteras son obligadas en puertas y ventanas, y se encienden menos bombillas en las casas, menos televisiones y pantallas de ordenador.
Estas situaciones tienen a la población en pie de guerra.
La última manifestación ciudadana para pedir su erradicación fue este mes de julio.
No en vano, sufren estas invasiones hasta cuatro veces por año, con distintas intensidades según sea mayor o menor el número de ejemplares.
La situación más dramática se vivió en el 2007, año en el que hubo auténticas nubes de estas mariposas.
Para ellas, sin embargo, estos pelos no suponen problema alguno.
Todo lo contrario, la especie usa esos pelos para cubrir sus huevos y protegerlos de los depredadores.
Por lo tanto, como puede deducirse, son las hembras las responsables de todo este desaguisado.
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