Una investigación financiada por el departamento para el medio ambiente del Reino Unido -Department for Environment, Food and Rural Affairs- sostiene que la filosofía locavore, es decir, de comprar sólo alimentos producidos localmente, puede no ser tan beneficiosa para el medio ambiente después de todo.
El reporte, titulado Comparative Life Cycle Assessment of Food Commodities, sostiene que el potencial de calentamiento global que se genera de la producción de tomates y fresas en España, pollo en Brasil y cordero en Nueva Zelanda es menor que el que se genera durante la producción de estos mismos alimentos en el Reino Unido, incluso si se le suma la emisión de gases invernadero que se genera durante el transporte.
La clave, pues, está en la cantidad de energía que se usa para producir un alimento: si hacerlo al lado de casa consume mucha energía, y a miles de kilómetros muy poca, la contaminación causada por el transporte puede ser compensada.
Un ejemplo: el cultivo de las variedades de fresas en el Reino Unido implica un mayor gasto de energía que el cultivo de las fresas en España debido a que el clima en la Península Ibérica es más propicio para esta fruta.
Así, los gases de efecto invernadero que se generan al transportar fresas desde España hasta Inglaterra pueden ser compensados por la diferencia en lo generado durante su producción.
El estudio se enfocó en el impacto medioambiental de las manzanas y el cordero producidos en Nueva Zelanda, la carne y el pollo de Brasil, las patatas de Israel, y las fresas y tomates de España, todo versus la producción de los mismos alimentos en el Reino Unido.
El objetivo era comparar lo que también se conoce como huella de carbono.
Aunque el pollo importado de Brasil sale perdiendo cuando se toma en cuenta la emisión de CO2 durante su transporte, sale ganando en términos de la energía usada para criarlo.
Incluso las emisiones de gases invernadero son menores, porque la electricidad proviene de fuentes renovables en su mayoría.
En cuanto a las patatas y las manzanas, en cambio, ambas son peores para el medio ambiente que las cultivadas en el Reino Unido.
En fin, que hay que tomar en cuenta un número de variables para decidir si un producto local es menos dañino para el medio ambiente que uno importado.
Vía
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