Cuando las hambrientas orugas acechan, su saliva activa en los volátiles de las hojas verdes (VHV) de tabaco un cambio químico que envía una señal de ayuda a los insectos, atrayéndolos hasta ellas.
El resto es el ciclo de la vida: los insectos se comen a las orugas, y las plantas sobreviven.
De acuerdo con el estudio realizado en conjunto por científicos del Swammerdam Institute for Life Sciences y el Max Planck Institute for Chemical Ecology, la señal química enviada por la planta atrae a los insectos Geocoris, los cuales tienen una apariencia similar a la de la chinche pero son bienvenidos por las plantas, pues se comen a las larvas y huevos de la oruga.
Para comprobar el funcionamiento de este sistema de defensa, del que se benefician tanto la planta como el insecto, los científicos pegaron huevos de oruga sobre dos grupos de plantas de tabaco, utilizando bastoncillos de algodón para cubrir los huevos de un grupo de plantas con el VHV de la propia planta.
Los huevos del otro grupo se trataron con VHV mezclado con saliva de oruga.
Resultado: en las plantas rociadas sólo con el VHV, sólo 8% de los huevos fueron atacados por los Geocoris.
En cambio, en las plantas rociadas con la mezcla casi un cuarto de los huevos fueron atacados.
El cambio químico que se produce en el VHV de la planta cuando está en contacto con la saliva de oruga parece revelar a los Geocoris el paradero de las larvas y huevos.
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