Conservación medioambiental y salud humana van unidas.
De acuerdo con un nuevo estudio publicado en la revista Nature, la pérdida de especies en los ecosistemas, desde mamíferos a bacterias, provoca un aumento de los organismos que pueden causar enfermedades infecciosas.
Según esta investigación angloamericana, una menor diversidad biológica podría afectar negativamente a nuestra salud.
¿Pero, por qué ocurre esto? Los investigadores han descubierto que la flora, la fauna y los microbios que pueden desaparecer al mermar la biodiversidad a menudo son aquellos que nos protegían de contraer enfermedades infecciosas.
Advertido esto, los científicos aconsejan vigilar las zonas donde haya muchos animales de granja para reducir la probabilidad de que enfermedades infecciosas como el virus del Oeste del Nilo, la enfermedad de Lyme o el hantavirus se extiendan de la vida silvestre al ganado, y después a los seres humanos.
“La biodiversidad es un factor importante, pero también influyen los cambios de uso del suelo, el crecimiento de la población humana y su comportamiento.
Cuando disminuye la diversidad biológica y aumentan contactos entre las personas, aumentan las enfermedades infecciosas”, dice Andrew Dobson, de la Universidad de Princeton.
El estudio concluye que el crecimiento de la población humana fortalece los contactos con nuevos organismos patógenos por muchas actividades, como compensación para la agricultura o la caza de animales silvestres.
Y la cosa va a más.
Según Sáb Scheiner, de la National Science Foundation, “el cambio global se está acelerando, y haciendo una serie de consecuencias no deseadas, como la extinción de algunas especies y el subsiguiente aumento de las enfermedad en hombres, algunos animales y plantas.
”Un mal presagio, pues la pérdida de biodiversidad mundial lleva un ritmo vergitinoso desde la década de 1950.
Desde entonces, las tasas de extinción son 100 a 1000 veces más rápido que en el pasado, y en los próximos cincuenta años los expertos esperan que las tasas vayan a más.
En el estudio participaron investigadores de la Sociedad Zoológica de Londres, la Harvard Medical School, la University of North Carolina en Chapel Hill, de la Universidad de Oregon, la Universidad del Estado de Pennsylvania, la Universidad de la Florida, la Universidad de Cornell y el Fideicomiso de Vida Silvestre de Virginia.
Vía
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