Los microbios pueden ser aprovechados para generar energía.
Y de entre los microbios, la bacteria Shewanella oneidensis tiene una suerte de cables microscópicos pegados a través de sus paredes celulares, cables que podrían permitir a los científicos diseñar electrodos con mejores contactos que permitan recoger las cargas eléctricas que son liberadas por estos microbios para evitar la acumulación de electricidad.
Publicado en la revista arbitrada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), un estudio demuestra por primera vez la estructura molecular exacta de las proteínas que permiten a las células bacterianas transferir carga eléctrica a través de los mencionados cables.
Aunque el paso de electricidad a través de claves microscópicos dentro de microorganismos parezca una cosa de ciencia ficción, el autor principal del estudio, Tom Clarke, de la Universidad de East Anglia, en Inglaterra, dijo a Reuters que todos los seres vivos generan electricidad.
Los seres humanos, por ejemplo, usan la electricidad para mantener el corazón bombeando y el cerebro pensando.
Las bacterias, por su parte, utilizan sus cables para descargar el exceso de electricidad.
Curiosamente, las bacterias siempre han sido utilizadas como ejemplo de lo irrelevante e inútil pero, que se sepa, todavía no se vislumbra en el horizonte científico un dispositivo para recoger electricidad de los seres humanos, que vienen a ser los que más la consumen.
Las bacterias resultan más poderosas mientras más investigamos y algún día será un delito usar jabón antibacterial, todo se andará.
Exageraciones aparte, recordemos que fue una bacteria -23 toneladas de ellas, para ser exactos- la que descompuso los hidrocarburos en el petróleo crudo y ayudó así a limpiar el petróleo del mar después del derrame que se produjo en el puerto petrolero chino de Dalian Xingang.
Qué decir de la bacteria, creada por los estudiantes de la Universidad de Newcastle, que puede actuar como pegamento para el concreto agrietado.
Los científicos de East Anglia utilizaron una técnica llamada cristalografía de rayos X para revelar la estructura molecular de las proteínas unidas a la superficie de una célula de Shewanella oneidensis, a través de las cuales los electrones son transferidos.
Pese a este avance, podría tomar una década desarrollar el uso de la bacteria como fuente de energía.
Antes de eso, los actuales usos de las bacterias deben ser mil veces más eficientes.
Vía
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