Kieran Cooke, de la columna Green and Confused del diario inglés The Times, ha recibido una pregunta que a todos debería habernos cruzado la cabeza alguna vez: ¿qué pasa con los satélites que los humanos lanzamos al espacio, una vez que ya no están en uso? Bueno, la buena noticia es que hay pocas posibilidades de que caigan sobre alguno de nosotros.
La mala, que se están convirtiendo en un problema medio ambiental.
Como que no tenemos suficiente espacio para contaminar aquí abajo, tenemos que ir a contaminar allí arriba.
Con respecto a la buena noticia, si alguno de los satélites fuera de servicio llegase a caer hacia la tierra se incendiaría al entrar en la atmósfera.
Sin embargo, la cantidad de basura que hay en el espacio debe ser considerable, aunque la NASA no esté segura de cuánta exactamente se ha acumulado desde que los soviéticos lanzasen el primer satélite en 1957.
No sólo hay piezas de satélites y otros aparatos, sino también lo que éstos dejan tras sí, fluidos humanos incluidos.
Naciones Unidas tiene una agencia, la Inter-Agency Debris Coordination Committee, que emplea sofisticados satélites para seguir el rastro de los desperdicios espaciales, y puede detectar objetos hasta del tamaño de una pelota de tenis.
Pero los objetos más pequeños no se pueden detectar, y si alguno choca o se rompe, crea aún más basura.
El vídeo que os dejo después del salto ilustra claramente la situación del espacio derivada de nuestra manía contaminadora.
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