En esto de la conservación de especies, si el número de ejemplares se mantiene o baja sólo un poquito, ya podemos hablar de buenas noticias.
Es lo que ha pasado con el último censo de tigres del Nepal, cuyo gobierno anunció que asciende a 121 tigres adultos, frente a los 123 registrados en el 2001.
No está mal, pero tampoco es como para ponerse eufórico.
Ni siquiera sabiendo que estos números no incluyen a los cachorros (en el 2001 rondarían los 370, sumando crías).
Lamentablemente, no hay para tanto.
Algo así vino a decirle a Nepal, aunque de forma mucho más diplomática, la World Wide Fund for Nature (WWF).
Y no es que los del WWF sean unos cenizos, todo lo contrario.
Digamos que fueron incluso comedidos, porque tampoco se trataba de aguarles la fiesta a los nepalíes, tan contentos ellos por la buena marcha de su programa de conservación del tigre.
¿Cómo no van a celebrar el éxito de sus fuertes intervenciones contra la caza ilegal?.
Muy lógico, es humano dar mérito a lo que cuesta mucho esfuerzo.
Pero… ¿para qué engañarse?, la situacion es de echarse a temblar.
El WWF, defensor del tigre en el Himalaya oriental desde 1960, conoce bien el vertiginoso descenso de tigres en los últimos años o las antiguas y nuevas amenazas que sufre este felino en peligro de extinción.
Por eso se comprende que, ante una buena noticia, el WWF no echase cohetes.
Con buen criterio, se limitó a relativizar, respondiendo que la situación en los parques protegidos de Nepal no era grave, si bien había que renovar esfuerzos.
Aunque los tigres de Bengala representan el mayor número de grandes felinos en estado salvaje, su número experimenta una caída libre por el comercio ilegal de especies silvestres, la pérdida de hábitat y la degradación de la naturaleza.
Y este rincón del Himalaya oriental es uno de los últimos bastiones de esta especie.
Por cierto, a pesar de su frialdad, el WWFF se ha comprometido a apoyar al gobierno de Nepal del Plan de Acción para la Conservación del Tigre 2008-2012, que prevé aumentar la población de este emblemático animal en un 10 por ciento durante el periodo.
Cuando hay tantos esfuerzos por detener su desparición total, alienta saber que algunas de sus poblaciones salvajes siguen siendo fuertes, especialmente en el Parque Nacional de Chitwan, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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