Es un hecho que el Reino Unido no va sobrado de terreno para colocar aeroturbinas a placer, pero tampoco conviene abusar de la eólica marina, advierten los expertos al Gobierno del país, favorable a promocionar las granjas eólicas en alta mar.
La recomendación de no atiborrar el mar de aerogeneradores o, lo que es lo mismo, de no utilizar en demasía la eólica offshore (fuera de la tierra), proviene de la Comisión sobre el Cambio Climático, un órgano independiente que asesora al Gobierno británico sobre sus políticas verdes.
La Comisión ha presentado un informe sobre las energías que insta al Gobierno a reconsiderar sus planes de construir miles de turbinas en la costa británica.
En el documento se opone a alcanzar los objetivos climáticos marcados por la UE hasta el 2020 a golpe de parques eólicos marinos, pues podría ser un “error muy costoso” para el Reino Unido.
¿Pero, por qué? Efectivamente, la cosa va de money.
El alto precio al que se alude se refiere al dineral que costará y que, según ellos, en parte podría ahorrarse, sin renunciar a alcanzar los niveles europeos fijados para dentro de una década, como que el 30 por ciento de la energía sea renovable.
En la actualidad sólo produce un ridículo 3 por ciento.
Su propuesta es seguir construyendo parques eólicos, incluyendo los marinos y otros cientos de turbinas en tierra en los próximos ocho años, junto con otras fuentes de energía verde y plantas de energía nuclear, para así evitar una excesiva dependencia eólica.
Con respecto a las 10.
000 nuevas turbinas marinas proyectadas, consideran que su producción de hasta 13 gigavatios de electricidad es algo positivo, pero demasiado caro y antiestético.
Proponen, por contra, buscar otras soluciones más baratas para llegar al objetivo del 2020, reduciendo a un máximo de 3 gigavatios la energía eólica marina, diversificando las fuentes y fomentando la importación de la energía renovable.
Eso, sin dejar de reconocer que el viento desempeñará un papel crucial en el futuro del país.
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