La huella de carbono de la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton

¿Cuánto dióxido de carbono ha sido emitido a la atmósfera a lo largo de las varias etapas que ha tenido la boda real en el Reino Unido, entre el príncipe Guillermo y Kate Middleton, ahora duques de Cambridge? No es por sacar las cosas de quicio, es un asunto que despierta curiosidad tomando en cuenta las movilizaciones en coche, las luces, los equipos de acondicionamiento de aire y demás consumos relacionados con la boda.

The Telegraph tiene la respuesta: se calculó que el evento generaría 6.
765 toneladas de dióxido de carbono, 12 veces más las emisiones anuales del palacio en Londres o 1.
230 veces las emisiones anuales de la media de los hogares del Reino Unido.

Como era de esperar, la mayor parte de estas emisiones fue generada por el transporte –en avión o coche- de invitados y curiosos hacia o dentro de Londres.
Siendo el príncipe Carlos, padre del novio, un constante promotor de la agricultura ecológica, ¿de dónde provinieron los alimentos servidos en los banquetes reales? Difícil debe ser seguirles la pista, pues ha habido recepciones en hoteles que se salen, probablemente, del control del príncipe.

Quizá la comida servida en el Palacio de Buckingham sí que haya sido de temporada, de cultivo biodinámico o menos contaminante.
El periódico dice que el príncipe Carlos, que ha tenido una influencia enorme sobre los arreglos de la boda, se ha asegurado de que los canapés son de origen local, con algunos incluso procedentes de la Residencia Real.
Todos los documentos han sido impresos en papel reciclado y para la construcción de las tribunas de los medios de comunicación supuestamente ha sido usada madera con certificación FSC.
Los voceros del Palacio de Saint James insistieron que el uso de energía sería reducido tanto como fuese posible mediante el uso de fuentes renovables y de un estricto horario de uso de las luces en el Palacio de Buckingham, que fueron apagadas a las 12:30 a.
m.
para dolor de cabeza de las cadenas de televisión del otro lado del Atlántico, cuya transmisión en horario estelar se haría con un edificio a oscuras de fondo.
Vía