Australia se ha puesto seria con el tema de las emisiones de carbono.
El Gobierno que preside la laborista Julia Gillard anunció el domingo que, a partir de julio de 2012, las 500 empresas más contaminantes pagarán un impuesto de unos 17 euros por tonelada, una cifra algo superior a la del mercado en la UE.
Las tasas sólo son una parte de un colosal plan que encamina al país hacia las energías renovables.
Ni que decir tiene que, tratándose de money, la medida no ha sido bien recibida entre los que han de apoquinar, y entre ellos también hemos de contar a una parte de la ciudadanía, el último perjudicado a través del aumento de los precios.
Por lo pronto, las aerolíneas Qantas y la filial local de Virgin han adelantado hoy que se verán obligadas a subir el coste de los billetes debido al nuevo impuesto.
Pero también hay una parte positiva, la medioambiental.
Se espera que la tasa logre recortar la friolera de 159 millones de toneladas de dióxido de carbono al año para 2020.
En dinero contante sonante, las arcas del Estado esperan recaudar 7.
000 millones de euros en tres años.
No en vano, la medida afectará a las más importantes empresas del sector eléctrico, minero y de energía, y está considerada como una de las más ambiciosas a nivel mundial.
Hablamos de uno de los dos mayores programas de comercio de derechos de emisión, junto con el sistema creado en la UE en 2005 para regular la emisión de CO2 de los sectores más contaminantes.
En su comparecencia pública, Gillard se ha declarado firme desensora del sistema.
“Gastaré las suelas de mis zapatos para convencer a la gente de su valor.
Como nación, debemos poner un precio al carbono y generar un futuro de energía limpia”, afirmó.
Además, dentro del millonario plan ecológico, la primera ministra recordó que impulsará una inversión mastodóntica en renovables, financiada gracias a estas tasas.
Recordemos que Australia es uno de los mayores emisores per cápita de carbono del mundo, y que las consecuencias del cambio climático obligarían al país a hacer transformaciones radicales a corto plazo.
A su vez, el país también es un gran exportador de carbón, por lo que esta reforma puede considerarse como una apuesta todavía más decidida por las energías renovables.
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