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Qué significa scuppie: ¿los nuevos ecologistas?

Scuppie es la nueva tendencia social y ecológica de moda entre la gente bien (eh, pero guay de la muerte) que consiste en “vivir bien y hacer el bien”.
Sociológicamente a medio camino entre el hippismo y el yuppismo, scuppie es el acrónimo de las palabras inglesas “socially conscious up wardly mobile person” (algo así como “persona socialmente consciente con potencial de ascenso”).

La expresión fue acuñada diez años atrás por el broker Chuck Failla tras una conversación con Bono, de U2.
Por cierto, ¿por qué el acrónimo no coincide con las palabrejas en inglés? Da igual, dejémoslo.
En la web de este movimiento con nombre de moto hay tres definiciones, que os traduzco, sobre qué o quién es uno de ellos:Persona que desea lo mejor que la vida puede ofrecer y que se esfuerza por estos objetivos de forma socialmente consciente.

Persona dedicada a conseguir la paz, la felicidad y el dinero (no necesariamente en este orden).
Persona “verde” (alguien que entiende que el amor al dinero no excluye el amor a la naturaleza… y viceversa).

Bueno, bueno, bueno… ¿qué decir ante esto? ¡Pues que también yo soy scuppie y soy pobre como una rata! Todos somos scuppies, joder.
Si no me creéis, os reto a que encontréis a alguien que os defienda las siguientes burradas:No, mira, yo es que quiero todo lo peor que la vida puede ofrecer, sabes, y además lo quiero conseguir jodiendo todo lo que pueda al personal.
Verás, mi filosofía de vida me lleva a perseguir la guerra, la infelicidad y la pobreza, y el orden de los factores no altera este producto de mierda.
Ojalá todo fuera contaminación, radiación y los niños nacieran con tres ojos (y ¡eh!, que el odio que le profeso a las riquezas materiales, puaj, no excluye el odio, ni de coña, que siento por toda las riquezas naturales y orgánicas.
Por Satán, que llegue ya el Apocalipsis).
Desmontadas por insustanciales esas definiciones, veamos de qué va esta peña.
Están forrados, en primer lugar.
Es de todos sabidos que el tener mucho dinero causa cierto sentimiento de culpabilidad a algunos.
Pero hombre, ¡si tener dinero es cojonudo! Efectivamente, por eso era absolutamente necesario encontrar una coartada moral para no despreciar el maná de Dios, el cetro del poder, el afrodisíaco infalible, el motor del Universo, el arreglador y jodedor de todo lo existente.
Y en estos días en que hasta los bancos y las petroleras enseñan su plumero ecologista, pues esta gente no podía ser menos, ¿no? Pues ya está.
Que sí, que sus criados van a hacer las compras con bolsas reciclables.
Que sí, que de sus 40 coches la mitad son híbridos y son la envidia el vecindario.
Que sí, que dan mucha pasta a las ONG de defensa medioambiental, y eso desgraba que da gusto.
Que sí, que no tienen piscinas.
¿Cómo? Venga hombre, venga, cómo no van a tener piscina, acuérdate de la definición 1.
Vaaale, tienen piscinas, pero dejan bañarse en ellas a los niños africanos que adoptan.
Ah, ok.
Que sí, que se van de vacaciones a países del Tercer Mundo para sensibilizar a la gente desde el hall del hotel cinco estrellas.
Que sí, ya está, me has convencido: los scuppies son lo más.
Vía

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