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La bombillas de bajo consumo no se reciclan correctamente

La UE ya ha comenzado a eliminar las bombillas incandescentes y para el 2012 todas las lámparas tradicionales serán ilegales.
Desde hace ya unos meses los consumidores sólo tienen la opción de comprar las bombillas de bajo consumo.
Pero las nuevas lámparas fluorescentes ya tienen sus detractores: han sido criticadas por su tenue luz verde, hay quienes dicen que pueden producir erupciones en la piel o estimular las migrañas.

Ninguna de estas críticas tiene mayor fundamento científico, sin embargo la última denuncia contra las eco-bombillas proviene de una investigación hecha por el diario londinense Daily Telegraph que ha comprobado como miles de los bulbos de bajo consumo son desechados en los contenedores en vez de ser reciclados.

Las CFL duran hasta 15 veces más que las bombillas normales, sin embargo tienen un coste para el medio ambiente.
Cada bulbo contiene alrededor de 4 mg de mercurio, que ayuda a convertir la corriente eléctrica en luz.
Aunque esto es apenas suficiente para cubrir la cabeza de un bolígrafo, podría ser perjudicial una vez que se escapa al medio ambiente porque estos metales pesados se acumulan sin degradarse.

En la encuesta del Daily Telegraph hallaron que unos 70 centros de atención telefónica británicos afirmaban que no había ningún problema a la hora de volcar las bombillas en un contenedor.
Una investigación separada de la revista The Ecologist encontró que tres cuartas partes de los distritos londinenses dan consejos incorrectos en materia de reciclaje.
Aunque no hay cifras para la cantidad de bulbos que entran en los vertederos, los investigadores del reportaje advierten que en el 2003 se vendieron 15 millones de CFLs en el Reino Unido y que ahora están llegando al final de sus vidas.
Este año se han vendido 150 millones de lámparas, por lo que será un problema aún mayor en el futuro.
Bajo las reglas de la UE los fabricantes de CFLs se enfrentan a multas de 56oo euros si no se aseguran de que las bombillas se reciclan correctamente.
La mayoría de las marcas compensan este deber, pagando a las autoridades locales para que informen y recojan las bombillas, sin repercutir en un coste adicional para el cliente.
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