Vidrio: material inorgánico, sólido amorfo, que se obtiene fundiendo principalmente sílice óxido de silicio, óxido de sodio y óxido de calcio a unos 1500 grados centígrados.
Es resistente, higiénico, nos transmite confianza y, a diferencia de otros materiales, puede ser derretido nuevamente cientos de veces conservando sus propiedades, lo que lo convierte en un material perfecto para el reciclaje.
En términos de impacto medioambiental el vidrio parece un material aliado.
Primero la mala noticia: los hornos que se utilizan para fundir la materia prima del vidrio y obtener el producto final consumen una cantidad significativa de energía.
El consumo de energía implica emisiones de CO2, hasta dos toneladas por cada tonelada de vidrio, según algunos cálculos.
Eso no es bueno.
La buena noticia es que el reciclaje del vidrio puede compensar esta contaminación.
La fabricación de vidrio a partir de vidrio reciclado ahorra 68% de la energía y 50% del agua que normalmente se requiere en el proceso de fabricación.
Además, la contaminación del aire que se produce en esta fabricación se reduce 20% y la contaminación del agua por 50%.
El vidrio hecho a partir del material reciclado está destinado principalmente a reconvertirse en envases para alimentos.
El ciclo de reciclaje del vidrio comienza cuando lo depositamos en el contenedor verde.
Los frascos y botellas deben estar limpios y no tener etiquetas, tapas, corchos u otro elemento que no sea de vidrio.
Todo este material reciclado va a una planta de reciclaje, donde es separado por color y machacado hasta ser convertido en calcín.
Éste es mezclado con arena, ceniza de sosa y caliza.
Esta mezcla es calentada a más de 1500 grados Centígrados para convertirse en vidrio líquido.
Este vidrio líquido puede ser moldeado en cientos de productos.
Si reciclamos correctamente botellas y tarros, y no los dejamos tirados en los espacios naturales (donde pueden provocar un incendio), el vidrio puede ser uno de los materiales con menor impacto ambiental.
Vía
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