Otra de las cosas de la que nos hemos enterado gracias a los cables diplomáticos estadounidenses filtrados por Wikileaks es la fijación de Estados Unidos por conseguir que China sea transparente y haga públicas sus emisiones de CO2.
Parece que es su objetivo prioritario, por encima de alcanzar acuerdos para limitar y reducir emisiones.
También se ilustra la actitud arrogante y de bloqueo que mostró China durante la reunión de Copenhague.
Lo voy a contar como si fuera un chiste: está la comisaria europea de Cambio Climático Connie Hedegaard pidiéndole al negociador de EE.
UU.
Jonathan Pershing que ya es hora que se comprometan en serio a reducir emisiones y éste le responde que lo importante es que China acepte que la ONU audite sus emisiones.
Entonces, va Connie y le pregunta “¿Pero acordasteis con China la transparencia, o no?” (porque se supone que ese fue el gran logro de Obama en Copenhague).
“Es que no sabemos si cumplirán“.
En efecto, parece que China es un hueso duro de roer.
El presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, “criticó la falta de compromiso de China e India y su poca ambición negociadora”, lo cual había “creado un problema de confianza que perduraría”.
Y no sólo son problemas de fondo, también de formas.
Un funcionario estadounidense de la Embajada de Reino Unido, Peter Wilson, cuenta en uno de los cables lo siguiente acerca de la actitud de China en las negociaciones de hace un año:Su actitud hacia otras delegaciones fue ruda y arrogante, hasta el punto de que las Embajadas de Francia y de Reino Unido recibieron órdenes de quejarse formalmente del tratamiento que recibieron sus líderes, especialmente por el viceministro de Exteriores, He Yafei.
Gracias a los cables de funcionarios estadounidenses presentes en la reunión sabemos también cómo negociaba el gigante asiático: por lo general, mandaba a las reuniones a representantes de segundo nivel sin poder de decisión.
Una vez que el resto de países estaba de acuerdo sobre algún punto, el chico de los recados hacía una llamadita y luego volvía para decir que no, que China no podía aceptar.
Parece que los primeros 10 días fueron una pérdida de tiempo debido a ello (además de que la presidencia danesa dejó mucho que desear) y al final, sin tiempo casi, no hubo quien arreglara el entuerto.
Según los americanos, además, parece que hubo poca o nula coordinación entre el Ministerio de Exteriores chino y la Comisión Nacional de Reformas para el Desarrollo, la agencia que lidera la política económica y energética del país asiático.
Vía
La falta de información y la crítica a la gestión del Gobierno central tras la catástrofe
Aprovechando las características extremas del sitio, un artista local decidió plantar un árbol en medio del mar Muerto para concienciar a los turistas.