De algo –bueno- tenía que servir que la CIA se haya gastado tanta pasta en sistemas de espionaje.
Ahora la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos está colaborando con los científicos más prominentes de ese país en la lucha contra el cambio climático.
¿Cómo? Prestándoles sus satélites y sensores, entre otras formas.
Alrededor de 60 científicos trabajan en conjunto con la Agencia.
Todos cuentan con acreditación para tener acceso a documentos secretos.
Según informa The New York Times, obtienen orientación de la Academia Nacional de Ciencias, un cuerpo de élite que asesora al gobierno federal.
La CIA ejecuta el programa y organiza a los científicos para que usen los equipos de vigilancia federal, incluidos los satélites altamente clasificados de la Oficina Nacional de Reconocimiento.
En el último año, como parte del proyecto, los colaboradores han examinado las imágenes del hielo marino en el Ártico tomadas por satélites de reconocimiento, en un esfuerzo por entender asuntos clave como el derretimiento del hielo en verano o las tendencias del clima, y han obtenido imágenes desclasificadas de las placas de hielo que les han permitido acelerar su análisis.
El programa de monitoreo tiene poco impacto en el trabajo normal de recopilación de datos de inteligencia, pues libera información secreta que ya ha sido recogida o aprovecha la oportunidad para registrar los datos del medio ambiente cuando los sensores de clasificación están inactivos o pasan sobre zonas no pobladas.
El secreto cubre las actividades de supervisión, pues el gobierno de Estados Unidos quiere mantener oculta la capacidad de sus satélites espías y otros sensores.
Las imágenes que usan los científicos han sido reducidas en resolución para ocultar las capacidades de los satélites de reconocimiento.
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