Categorías: Medio ambiente
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23 marzo, 2020 6:33 pm

Dinamarca, pionera en la construcción de hogares no contaminantes

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A la hora de hablar de la casa del futuro a muchos nos vienen a la cabeza las caras de Concha Velasco y Alfredo Landa.
¿Casa del futuro y actores del pasado? La explicación tiene título de película rancia: Las que tienen que servir, en la que José Mª Forqué ofrecía una divertida visión de lo que, pensaba, sería la casa del futuro.

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Han pasado cuarenta años y los tiros van por otro lado, ahora la eficiencia energética es la meta de las casas del futuro inmediato.
Y tan inmediato, Reino Unido planea obligar por ley a partir de 2016 a desterrar de todo nuevo edificio las emisiones de carbono.

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Francia y Alemania no le van a la zaga y se encuentran en pleno proceso de debate de los nuevos requisitos de construcción.
Con distintos grados de determinación, los países de la Unión Europea están dirigiendo sus pasos hacia nuevas viviendas que sólo usan energía limpia y producen cero emisiones de carbono.
Pero quienes lideran esta corriente –parece que imparable- son los daneses.

No es ninguna novedad, pues ya en 1977 Dinamarca fue el primer país en establecer los, por entonces, exigentes requisitos de rendimiento energético de los edificios actualmente vigentes en la UE.
El país nórdico plantea ahora una exigencia clara: Toda vivienda que se construya ha de utilizar el 85 por ciento menos de energía y producir el 95 por ciento menos de dióxido de carbono que la media de las casas actuales.
Un reto ambicioso que requerirá una evolución en el sector de la construcción.
Por supuesto, los promotores inmobiliarios han alzado su voz para quejarse pues, aseguran, el precio de las nuevas construcciones será mayor.
Su lamento anticipa una revalorización de la vivienda de segunda mano, es decir, la construida antes de la puesta en marcha de las nuevas legislaciones.
Volvamos al caso de Dinamarca, donde han calculado que construir un metro cuadrado de estas nuevas viviendas aumenta su coste en noventa euros.
Pero se trata de una cálculo basado en proyectos pioneros, cuando la ley se aplique para todos se prevé que los precios bajen.
Otro dato para el optimismo: el coste de la construcción de estas nuevas viviendas eficientes está disminuyendo pues los contratistas cada vez lo terminan en menos tiempo.
Cuestión de práctica, como todo lo nuevo.
Construir la primera planta de la primera casa eficiente de la localidad de Stenløse llevó a los trabajadores tres semanas.
Pasados unos meses el mismo trabajo lo realizan ahora en dos días.
No cito a Stenløse porque sí.
Esta ciudad danesa, situada al noroeste de Copenhague, se ha convertido en ejemplo para muchas otras.
Y es que cada vez más autoridades locales del país escandinavo han decidido poner en marcha, anticipándose al gobierno, las nuevas normas en sus términos municipales.
Stenløse lo hizo en 2003.
Su consejo de gobierno decidió entrar en el negocio inmobiliario y adquirió ochenta hectáreas que revendió a promotores y particulares con la condición de que las edificaciones que levantaran respetaran ciertas condiciones.
Ha pasado un lustro y en esas tierras nos encontramos con viviendas que usan cinco veces menos energía para la calefacción que las antiguas y reciclan el agua de lluvia para los baños y ducha.
Se calcula que este desarrollo urbanístico evita la emisión de 630 toneladas de CO2 y ahorra 3,6 millones de kilowatios al año en comparación con cualquier otro barrio residencial danés de su tamaño y población.
Pero la experiencia de Stenløse no se detiene.
Las nuevas fases son un cincuenta por ciento más eficientes y cada vivienda está equipada con tres metros cuadrados de paneles solares.
Esta filosofía no se limita a los hogares, la iluminación de las calles de la localidad danesa utiliza bombillas de bajo consumo, la sal esparcida en las carreteras durante las abundantes nevadas es de un tipo especial que no estropea las aguas subterráneas, las cañerías de policloruro de vinilo y otros compuestos, llamémosles, sospechosos están prohibidas y desterradas… y la lista sigue.
Sin duda, Stenløse opta con todos los merecimientos a la capitalidad mundial del buen hacer medioambiental.
Vía

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