El tsunami que golpeó Japón el 11 de marzo afectó considerablemente la industria chilena de vieiras, la segunda más importante del mundo.
La onda expansiva que cruzó el océano Pacífico fue tan poderosa que volcó los bloques de hormigón, de casi una tonelada de peso, a los que estaban atadas las redes en las que crecen los moluscos, matando a una gran cantidad de éstos.
Se calcula que las pérdidas han sido de unos cuatro millones de euros.
La bahía de Tongoy, ubicada a unos 450 kilómetros al norte de Santiago, y la región en la que se encuentra, Coquimbo, concentra la mayor parte del cultivo artificial de vieiras de Chile.
El pueblo esperaba que el efecto del tsunami, generado por el terremoto al noreste de Japón, se materializara como gran ola, pero en cambio llegó como una fuerte corriente submarina que dejó tras de sí, según las autoridades, un verdadero desastre.
Chile es el segundo productor de vieiras más importante del mundo y la segunda principal fuente de este crustáceo para España.
Perú, que es el principal exportador para Europa, está siendo el beneficiado de la situación de su vecino.
Sus moluscos son más baratos porque la mano de obra también es más barata y porque las condiciones de sus costas permiten a las vieiras madurar más rápidamente.
Pocos días después del tsunami, ante la constatación de que en Tongoy se había perdido hasta 95% de la producción de vieiras, el diario chileno El Día publicaba que, aunque hubo un tiempo en el que el auge de la acuicultura permitió desarrollar una industria pujante a partir del cultivo del ostión en Coquimbo, todo comenzó a cambiar cuando irrumpió en el mercado internacional la producción peruana.
Varias productoras de vieiras cerraron y se produjo en el pueblo de Tongoy una ola de suicidios que el diario vincula con la precaria situación económica que se produjo.
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