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Las heces de las ballenas podrían incrementar la capacidad de los océanos australes de absorber CO2

¿No os parece a veces que, entre todos los seres vivos, los únicos que producen residuos nocivos para el medio ambiente somos nosotros? A mí esta reflexión se me ha ocurrido después de saber que las heces de las ballenas podrían actuar como fertilizante de los océanos del sur, incrementando así su capacidad para absorber CO2.

Así lo señala una investigación desarrollada por la División Antártica Australiana.
Los excrementos de las ballenas son ricos en hierro.
El hierro es un elemento que promueve la floración de las algas del fitoplancton, las cuales se encuentran en las aguas superficiales y absorben dióxido de carbono.

Las ballenas comen krill, un pequeño crustáceo que es muy abundante en las aguas australes.
El krill a su vez come algas que contienen hierro y se encuentran en las aguas superficiales en las que crecen las plantas.
Cuando la ballena come krill, el hierro contenido termina en sus heces, haciendo que los niveles de hierro se mantengan en las aguas superficiales, en las que es necesario.

De allí que se diga que el excremento de las ballenas actuaría como fertilizante de las aguas superficiales, incrementando la absorción de CO2.
En 2009, un experimento indo-alemán que intentaba fertilizar 300 kilómetros cuadrados del Atlántico sur con 20 toneladas de sulfato de hierro se fue al traste cuando las algas microscópicas, cuyo crecimiento fue en efecto incrementado por el hierro, fueron comidas por los copépodos.
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